jueves, 27 de octubre de 2011

ALVARO CORMENZANA y los Poemas del Jigante

DE LA BIOMASA JUJEÑA
o cuando la belleza duele


Habitando el olvido
llegamos al otro.
Ese
que se nos escurre siempre
de tan cerca.

Alvaro Cormenzana


Señoras y señores, en el día de la fecha, bajo el cielo límpido de la muy fiel y leal San Salvador en el Valle de los Poetas Jujuy, sobre la memoria del cacique Xuxuyoc y la sangre de los tarcos –que ya son otros– mirados por Groppa, los lapachos de Galán y los ríos de Fidalgo, en esta singular cultura de la resistencia, en este vórtice del universo, debo confesar el secreto críptico que se me ha confiado guardar (honro a la Iglesia Universal Hedonista del Próximo Minuto). Y ahora es el momento preciso. Estamos como sociedad, digo a punto de publicar Los poemas del Jigante, de Alvaro Cormenzana.

Y debo decirlo. El caudillismo transversal que se instala (ya desde la Colonia) en la esencia de nuestra cultura, el nepotismo brutal de la dimensión administrativa y el desguace del Estado, sumado a la persistente re-territorialización obsesiva de cierta cosmovisión mágica, promueven una sujeción del pensamiento-acción más que condicionada: auto-controlada, auto-oprimida, auto-colonizada. Algunos investigadores la denominan “sociedad infantil” (¡con el perdón de la niñez!). Pero el terror panóptico que la invade se recrea constantemente y posee una herramienta que la caracteriza: la inacción. El “perrodelhortelanismo” reinante combate cualquier iniciativa que no se amolde a los parámetros demarcados; con velos disimulados de adecuaciones morales, éticas y estéticas a veces (el sistema es creativo para eso), o con deliberada violencia física otras.

Las rebeliones colectivas –no es casual– se han dado en sus sectores productivos principales: el azúcar y la minería. Y esos mismos aparatos –con todo el poderío y la impunidad que los caracteriza– han aplastado sistemáticamente (por medios directos o indirectos) cualquier intento confrontativo que sobrepasase el orden establecido.

En tanto, las líneas de fuga, los corte-resto individuales se han producido, casi exclusivamente, por el camino del arte; aunque siempre (como diría Foucault) amenazados por el hilo “invisible” que demarcan los mecanismos de control de los cuerpos.

El “sujeto-de-fuga-jujeño” parece estar signado por dos instancias paradigmáticas: una edénica, de infancia feliz de aldea resguardada y resguardante, y otra de retorno (mítica) hacia esa primera patria de los afectos y la posible serenidad del lugar más o menos seguro donde bien-morir. Pero existe también, aunque en menor medida, otra instancia: la del “exilio interno”, la del decir y hacer con la mordaza puesta, con el enemigo al lado. Entonces, el único camino que le queda al que dice (y hace) en este exilio (no interior sino interno) es el de la confrontación. No hay duda de que existe implícitamente el deseo de re-construcción de la patria anhelada (o del edén perdido), pero debe posicionarse desde un vértice claramente divergente, al menos respecto de los férreos esquemas de una sociedad tan fatua como amenazante.

En tanto, Alvaro Cormenzana no existe como homínido común, humano básico; es una psico-biomasa (materia orgánica originada en un proceso biológico, espontáneo y/o neuro-provocado, utilizable como fuente de energía) del ser de los jujeños, una semoviencia ínsita, constitutiva de las ansiedades lógicas de una comunidad en permanente ebullición, de frontera (y a veces fronteriza). Cormenzana es una pedrada al centro del lago quieto, “ese que se nos escurre siempre de tan cerca”; en fin, un clavo en el zapato. Un “espejo que huye”. Y cito aquí a Giovanni Papini:

“…Humanos, nosotros perdemos la vida por la muerte; consumimos lo real por lo imaginario, valoramos los días sólo porque nos conducen a días que no tendrán otro valor que el de traernos otros días idénticos a ellos... ¡Humanos: toda la vida es un fraude atroz que ustedes mismos traman para el daño propio, y solamente los demonios pueden reír fríamente de la carrera de ustedes hacia el espejo que huye!...”

Pero tan justo es el universo que nos lo envía –no al espejo sino a Alvaro Cormenzana– en forma de inhesión artística, con prepotencia poética. Es entonces cuando solemos decir que la belleza también duele. Enhorabuena.
                                                                                                                               
Alejandro Carrizo
Octubre 2011

2 comentarios:

  1. Hola Alejandro:
    Me gusta tu blog, como también soy Carrizo y Alejandra y presumo de escritora, te invito a seguir el mío (haré lo mismo) e interculturalicemos entre una y otra orilla.
    Un saludo para ti y para Ledesma donde he pasado un mes cuando era niña.
    http://monicacuenta.blogspot.com

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  2. Alejandro no pude conseguir tu mail, pero quería compartir con vos esto que escribí. un abrazo enorme, Juan.

    http://lasolasdelreloj.blogspot.com.ar/2012/08/los-poemas-del-jigante-de-alvaro.html

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