Tal vez no sepamos nunca
qué fue lo último que viste.
Quizás un nogal centenario,
... enardecido en la selva.
Quizás el sol milenario, arriba de todo.
Quizás el negro monstruoso
de la venda en los ojos de los torturados.
Tal vez no sepamos nunca
exactamente a qué hora,
qué día,
bajo qué lluvia.
Pero sí sabemos, hermano,
que en la punta derecha
del banco de carpintero,
hay un pedazo de tu risa
bailoteando, como si nada,
con el pasodoble del serrucho.
Yo conservo intacta tu mirada
y afilado en el taller
está el canto de tu silencio.
Aunque ellos tengan,
Dios sabe dónde, tu cadáver.
Yo me he quedado con tu risa,
y abrazada al fuego casi loco,
es nuestra tu alegría.
qué fue lo último que viste.
Quizás un nogal centenario,
... enardecido en la selva.
Quizás el sol milenario, arriba de todo.
Quizás el negro monstruoso
de la venda en los ojos de los torturados.
Tal vez no sepamos nunca
exactamente a qué hora,
qué día,
bajo qué lluvia.
Pero sí sabemos, hermano,
que en la punta derecha
del banco de carpintero,
hay un pedazo de tu risa
bailoteando, como si nada,
con el pasodoble del serrucho.
Yo conservo intacta tu mirada
y afilado en el taller
está el canto de tu silencio.
Aunque ellos tengan,
Dios sabe dónde, tu cadáver.
Yo me he quedado con tu risa,
y abrazada al fuego casi loco,
es nuestra tu alegría.
Poema leído por Julia Salinas en una Audiencia. Lo escribió Ricardo Salinas (foto) en 1976, dedicado a su
hermano Alfredo, desaparecido en 1975. Ricardo y su pareja Silvana estuvieron detenidos en la cárcel de Gorriti, en Jujuy. Fueron liberados y secuestrados horas más tarde y luego trasladados aparentemente al Arsenal Azcuénaga en Tucumán (los restos de Ricardo fueron encontrados allí; Silvana continúa desaparecida).
...Mi querido Alfredo, con quien compartimos hermosos momentos allá, en la casa de piedra la calle 12 de octubre y San Martín, en Tucumán, junto a nuestro querido primo: Marcelo Paz (que por aquellos días falleció de leucemia). Alfredo vino una noche de madrugada a despedirse. Saltó la tapia y nos dio un beso a todos. No lo vimos más. Pasados un par de años apareció en esa casa la novia de Alfredo (no recuerdo su nombre) con la hijita de ambos (que hoy tendría entre 38 y 41 años calculo). Yo creo -por su forma de ser- que la última imagen de los ojos de Alfredo fue "un nogal centenario enardecido en la selva". Este es mi recuerdo y mi memoria.
Alejandro Carrizo
No hay comentarios:
Publicar un comentario