tag:blogger.com,1999:blog-6760435215988331322024-03-13T11:35:01.854-07:00poeta alejandro carrizo"No se lee poesía porque se tiene miedo" (Albert Béguin)
alejandrocarrizo-jujuy@live.comalejandro carrizohttp://www.blogger.com/profile/09020934781798298334noreply@blogger.comBlogger30125tag:blogger.com,1999:blog-676043521598833132.post-87286794213789088912018-01-20T15:20:00.002-08:002018-01-20T15:20:19.073-08:00<div class="MsoNormal" style="line-height: 120%; margin-bottom: 6.0pt; margin-left: 2.0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; mso-layout-grid-align: none; tab-stops: 49.65pt; text-align: justify; text-autospace: none;">
<span lang="ES" style="font-family: "Arial","sans-serif";"><b>¿Todos seremos mariposas?<o:p></o:p></b></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh4fnc7eMu7MXQ5BqfCtqoNzMl648qV520fvKULrSKE7QxtQTL3xvxXkC60ewQTaoKeg33ngY1awwVrUq94IXYeg48mT0B7HElMM1H0-h4_yXySjltckx5eBMzGlVPhWFl303tqjJ24C3el/s1600/GUSTAVO_ROLDAN.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" data-original-height="765" data-original-width="1147" height="213" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh4fnc7eMu7MXQ5BqfCtqoNzMl648qV520fvKULrSKE7QxtQTL3xvxXkC60ewQTaoKeg33ngY1awwVrUq94IXYeg48mT0B7HElMM1H0-h4_yXySjltckx5eBMzGlVPhWFl303tqjJ24C3el/s320/GUSTAVO_ROLDAN.jpg" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 120%; margin-bottom: 6.0pt; margin-left: 2.0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; mso-layout-grid-align: none; tab-stops: 49.65pt; text-align: justify; text-autospace: none;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 120%; margin-bottom: 6.0pt; margin-left: 2.0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; mso-layout-grid-align: none; tab-stops: 49.65pt; text-align: justify; text-autospace: none;">
<span lang="ES" style="font-family: "Arial","sans-serif";">Una vez estuve el museo Pasquini López, en Alto La Viña –ese
lugar recuperado de las sombras–, con el gran Gustavo Roldán. Fue en el marco
del Plan Nacional de Lectura. Y nos dimos a charlar, un poco de la militancia,
pero, por supuesto, sobre todo de literatura. Le pregunté por qué había elegido
los sapos y los piojos, o los quirquinchos, cuando la literatura infantil
estaba atestada de animales grandes y fantásticos: leones, águilas o elefantes…
“Porque los piojos y las pulgas son nacional y popular”, me dijo. “Son como
nosotros, de los pueblitos del interior argentino.”<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 120%; margin-bottom: 6.0pt; margin-left: 2.0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; mso-layout-grid-align: none; tab-stops: 49.65pt; text-align: justify; text-autospace: none;">
<span lang="ES" style="font-family: "Arial","sans-serif";">“Los sapos vienen de abajo –me dijo–, del barro, como
nosotros… Basta ya de animales aristocráticos… Y son mágicos. Antes se pensaba
que llovían sapos, porque aparecen cuando llueve. Pero no, están debajo de la
tierra, en el barro, esperando el momento preciso…”<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 120%; margin-bottom: 6.0pt; margin-left: 2.0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; mso-layout-grid-align: none; tab-stops: 49.65pt; text-align: justify; text-autospace: none;">
<span lang="ES" style="font-family: "Arial","sans-serif";">También hablamos del exilio, de la militancia en la
literatura infantil. Y me quedó algo muy grabado. Gustavo sostuvo que existe en
la Patagonia una especie de mariposas que tienen un mandato biológico en su ADN…
“Tienen la orden de llegar a Europa. Y van. Van muriendo, incluso, en el
camino, o mejor dicho en el vuelo, en la ruta, pero saben que tienen que
llegar, ellas o las próximas generaciones… En ese viaje se van mezclando con
otros bichos, y nacen nuevos bichos, con nuevos nombres, con nuevas
características. Pero todos, en el fondo, son mariposas. Y tienen el proyecto
de llegar, atravesando mares y tempestades, guerras y fatalidades…”<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 120%; margin-bottom: 6.0pt; margin-left: 2.0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; mso-layout-grid-align: none; tab-stops: 49.65pt; text-align: justify; text-autospace: none;">
<span lang="ES" style="font-family: "Arial","sans-serif";">Dijo que, finalmente, y quizá sin darse cuenta, todas
llegaban, incluso las que habían muerto… Todos vamos a llegar, querido Gustavo,
todos, incluso nuestros muertos… ¿Todos seremos mariposas?<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 120%; margin-bottom: 6.0pt; margin-left: 2.0cm; margin-right: 0cm; margin-top: 0cm; mso-layout-grid-align: none; tab-stops: 49.65pt; text-align: justify; text-autospace: none;">
<span lang="ES" style="font-family: "Arial","sans-serif";"><b>A.C</b>.</span></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 120%; margin-bottom: 6.0pt;">
<br /></div>
alejandro carrizohttp://www.blogger.com/profile/09020934781798298334noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-676043521598833132.post-28915583560608520352017-09-05T14:16:00.001-07:002017-09-05T14:16:47.224-07:0022.<br />
<br />
<br />
lo conozco<br />
lo veo llegar con una pedrada en el pecho<br />
una golondrina mojada se acomoda en su<br />
ojo izquierdo cuando va a decir<br />
una jauría le quema la garganta esa mano<br />
que brota de su saco arrastrada por cadenas<br />
voltea calles iracundias posibles<br />
alegrías decepcionadas y<br />
en descuidado pas de deux con garrik<br />
firma el aire<br />
<span style="white-space: pre;"> </span>cruza las piernas<br />
sus zapatos delatan haber abusado sexualmente<br />
de la cáscara del mundo. la bala que<br />
está llegando no lo intimida (la suite<br />
del viejo amor de bach le ha colgado enanos<br />
en la ínfima sonrisa. su silencio es<br />
como la luna atravesada por un puño<br />
pide un café, saca un libro<br />
<span style="white-space: pre;"> </span> lee<br />
<br />
<i><br /></i>
<i>(de "Tocata y fuga", 2012)</i>alejandro carrizohttp://www.blogger.com/profile/09020934781798298334noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-676043521598833132.post-91485139239875677252017-09-05T13:52:00.002-07:002017-09-05T13:52:38.849-07:00EL PERRO DEL RÍO<br />
<br />
El río San Francisco, en verdad, no es un simple río. A mí siempre me pareció un escondite para ir con “la barra”, cada uno con su caña de pescar, un puñadito de uncas, un sánguche de mortadela y un gorro para el tanto sol. Algunos llevaban churrinche, otros la honda al cuello y los bolsillos llenos de piedras. No había paloma, gorrión o ser alado alguno que se salvase de la artillería. Eran cinco o seis bicicletas; íbamos de a dos en cada una.<br />
<br />
“¡Cuidado con las víboras!... Si te pica una avispa, ponete barro… No se vayan a insolar… No se metan en la parte honda, ¡hasta dicen que hay pumas por ahí!...”. Los sermones eran de las madres, pues los padres, cuando chicos, se habían hartado de hacer lo mismo. “Con cuidado, muchachos –nos decían–, no vayan más allá de las champas, a ver si pisan una raya…”<br />
<br />
Yo no había cumplido los nueve y el Flaco Moya iba para los once.<br />
<br />
“Ahí anda la yuntita –decía mi mamá–. ¡Un día de éstos, de tanto andar a la siesta, se los va a llevar El Duende!” Pero no dejaba de prepararnos el mate cocido con milanesa fría que tanto nos gustaba. Ella no mostraba demasiado su amor, pero nosotros se lo adivinábamos. “¡En qué andarán!”, decía cuando nos veía pasar apurados. “¡En nada, doña Ofelia!” replicaba el Flaco con cara de cordero degollado. (Por el momento. Ya íbamos a andar en algo terrible que nos costaría grandes reprimendas.)<br />
<br />
El Gallo Loco era uno de los mayores de la barra. Tenía catorce y por eso era el más admirado, y el más odiado. Su padre criaba gallos de riña, y sólo campeones, según dicen. Él tenía dos hermosos perros mantonegro: el “Fuego” y el “Chungo”.<br />
<br />
Todo empezó de casualidad. Un domingo el Gallo Loco hizo pelear al Chungo con el del Oreja Troncoso, que, creo, era un boxer, no me acuerdo. Los separamos echándoles agua, pero el Chungo era superior, y el Gallo Loco se dio cuenta:<br />
<br />
–Che, changos, ¡hagamos un campeonato!... Una rueda por descalificación. Y el que gana es el campeón… Después los llevamos a que se agarren con los del Negro Zulú… ¡Ese los hace trenzar por plata!...<br />
–¡Meta! –dijimos todos.<br />
–Pero… siempre van a ganar los tuyos… –murmuró el Pichi Sánchez.<br />
<br />
El Flaco Moya y yo éramos los únicos que no teníamos mascota, pero nos dedicamos a la organización. Encontramos un baldío bien alejado y conseguimos ladrillos para montar el campo de batalla. Hasta le hicimos tribunas. Para entrar al “estadio” había que ser recomendado de la barra o pagar un peso, o cinco bolillas, o diez figuritas Los Campeones. El ganador se llevaba el pozo, o nos repartíamos para el helado de todos. Eran dos peleas: la primera era la de los caschi, la segunda era la brava. Por supuesto, siempre ganaban los perros del Gallo Loco.<br />
<br />
–Tomen, pendejos, hagan manchancho –decía y tiraba las monedas por el aire. Tenía la sonrisa maldita del que se sabe ganador. Pasaba a nuestro lado, nos daba un tincazo en la cabeza y vociferaba “Chau, ¡inútiles!”. El dueño del perdedor quedaba, los ojos llenos de lágrimas, acunando a su mascotita.<br />
<br />
En verano el río San Francisco viene crecido; truena como un gigante. En las orillas pueden verse<br />
cantidades de sapos, algún caballo muerto y hasta algún ranchito que arrastra esa inmensa lengua de<br />
chocolate.<br />
<br />
Una de las pocas tardes en que dormía la siesta (con el temor de que, si no, me llevaba El Duende), sentí el silbido del Flaco desde la vereda de enfrente. Me le escabullí a mi mamá por la puertita del fondo.<br />
<br />
–¿Y diái, Flaco? –le dije. Tenía los ojos como de vaca asustada. Estaba pálido. Me parecía escucharle<br />
los latidos del corazón.<br />
<br />
–¡Petiso, ya tenemos perro!<br />
–Dejá de mentir; no seás embustero…<br />
–¡Te juro! Mirá –hizo una cruz con los dedos y la besó. Era verdad.<br />
–¿Y dónde está?<br />
–En la casa de mi abuela. Vamos… Ayer fui al río con mi tío Cosme… Yo andaba por ahí, ondeando.<br />
Hago así y veo un bultito en el agua. Me acerco y le veo el hociquito saliendo… Entro a nadar como loco. Llego y lo agarro de acá. Estaba pesado pero se dejaba llevar… Llegamos a la orilla y nos quedamos los dos tirados, abrazados, un rato… Sin que mi tío me vea, me lo traje a la casa de la nona… Vení, miralo, petiso, ¿no está bueno?<br />
–¿Es mansito? –le dije casi temblando.<br />
–Es malo cuando lo provocan, mirá. Tengo miedo de que se coma las gallinas…<br />
<br />
Al otro día, el Chungo volvió a ganar, esta vez al del Chato Vilca, que no soportó la derrota y se largó a llorar como un marrano. El Gallo Loco se reía como los malos de las películas.<br />
–¡Che, Gallo, el domingo te toca llorar a vos! –dijo el Flaco temblando pero decidido. Hubo silencio.<br />
–Y vos qué hablás, si ni siquiera tenés perro…<br />
–Eso es lo que vos creés… Tengo uno que se llama “Rayo”… Y dos monedas de veinticinco para el<br />
domingo –el Flaco se había parado con las piernas abiertas y fruncía el ceño.<br />
–¿Y de dónde lo robaste? –dijo el Gallo en medio de una gran carcajada–. Seguro que es un caschi… Y encima se hace el machito el Flaco éste…<br />
–Eso no te importa –replicó el Flaco–. ¡Y andá preparando las velas porque es a muerte la cosa!<br />
–Está bien (los ojos del Gallo se inyectaron). Pero después no me vengás con mariconerías porque<br />
encima te doy la masita…<br />
<br />
La semana se hizo larga, eterna. Tuve varias pesadillas. Todas las mañanas el Flaco me esperaba en<br />
la puerta de la casa de su abuela.<br />
–¡Chúmbale, Rayo, así, dale con todo! –lo entrenábamos. Cuando hacíamos un descanso, nos sentábamos debajo del mandarino a fabricar ilusiones.<br />
–¡Mirá si le ganamos al Chungo!... ¡Y después a los del Negro Zulú!...<br />
–¡Y después vienen los periodistas y le sacan fotos para el diario!<br />
–Y después a Jujuy, a Salta… ¡a Buenos Aires!<br />
–¡Y después por la corona del mundo!... ¡Y viajamos en avión!...<br />
–¡Aquí, Rayo, junto! –simulábamos que alguien nos sacaba una foto y le sosteníamos una tapita de<br />
Coca-cola en el pecho, como una medalla.<br />
<br />
El mundo no existía para nosotros. Mi papá me preguntó un día qué me pasaba que no iba a visitar a mi tío Adalberto. Nosotros sólo pensábamos en el domingo.<br />
<br />
La noche del sábado había sido misteriosa. El viento se encaprichaba en las ventanas, como buscando<br />
a alguien desesperadamente. A lo lejos, el bramido del río San Francisco.<br />
<br />
Cuando canta el cacuy –dicen las viejas–, señal de desgracia. Y esa noche cantó. Todo el bicherío estaba adentro de la tormenta. Con mi madre tuvimos que correr a escobazos algunos murciélagos que habían entrado en la cocina.<br />
<br />
La mañana del domingo el cielo estaba negro, como si Dios hubiese derramado un tacho de alquitrán sobre las nubes. Apenas doblé por la callecita de tierra, el Flaco me hizo señas. La abuela dormía. Le pusimos un cinto al cogote al Rayo y lo cepillamos bien. Cuando llegamos no había nadie. Al rato empezaron a caer. Nadie traía su picho porque no había preliminares. Algunos se rieron del Rayo porque no tenía pelos y parecía muy manso. Cuando llegó el Gallo Loco todos aplaudieron: el Chungo tenía un collar de púas que brillaban en su cogote y las antepatas vendadas. Parecía El Familiar.<br />
–No te riás, Chungo, hay que darle changüina a los caschi –dijo socarronamente–. ¡Miren, changos, el picho del Flaco no ladra, del susto!... ¡Encima es un perro pila!...<br />
<br />
Todos se rieron. Al rato llegó Marito con dos ollas de agua caliente y largamos las bestias a la arena.<br />
<br />
–¡Flaco, si el tuyo no quiere pelear, gana el Chungo! –dijo altanero el Gallo.<br />
–¡Meta, Rayo, meta! –gritaba el Flaco, desesperado. El Gallo Loco tiró un hueso al centro del ring. El<br />
Chungo atrapó el hueso casi en el aire. Entonces reaccionó el Rayo y se le prendió del cogote. Allí<br />
empezó el griterío, la polvareda y el principio del desastre.<br />
–¡Échenle agua, rápido! –se asustaron algunos. La cancha se regó rápidamente de sangre. Varios salieron corriendo. Les tirábamos piedras, cascotes, y nada.<br />
<br />
–¡Llamalo a tu tío, Marito! –gritaba, lagrimeando, el Gallo Loco. Pasamos de la algarabía al espanto.<br />
Enseguida llegó el hombre. Traía una pistola en la mano. El Flaco se enloqueció:<br />
–¡No lo mate, no lo mate!<br />
<br />
El tío de Marito se sacó al niño de encima empujándolo. Se acercó y le descerrajó dos tiros en la cabeza al Rayo. Los dos contrincantes quedaron tirados en un mar de sangre. El hombre se dio vuelta, furioso, pálido, y gritó:<br />
–¡Mocosos de porquería!... ¡De dónde han sacado este puma!<br />
<br />
A.C.alejandro carrizohttp://www.blogger.com/profile/09020934781798298334noreply@blogger.com10tag:blogger.com,1999:blog-676043521598833132.post-27165691566983382792015-11-15T13:07:00.000-08:002015-11-15T13:07:09.002-08:00<div class="MsoNormal">
<b><span style="color: #5b9bd5; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 14.0pt; line-height: 107%; mso-themecolor: accent1;">LOS COMPADRES DEL DOLOR<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10.0pt; line-height: 107%;">Los otros días estábamos en Abra Pampa, festejando un
aniversario de la “Ley de Medios”. Nos juntamos en la plaza central. Convocamos
a bastante gente y pasamos videos de la historia de la 26.522 y su valor social
y cultural. Fue intensa la actividad, y gratificante. Pero sucedió algo insólito.
De golpe, de la nada, en un instante, un viento súbito, una ráfaga, en
milésimas de segundos nos volteó el banner del AFSCA y la pantalla. Pero no fue
agresivo. Fue como un “llamado”. Yo sentí que el viento quería hablar, quería
decirnos algo. Y, a los pocos días, leí en un diario la triste historia de
Laura, la chica de La Quiaca. Era eso, sin duda.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10.0pt; line-height: 107%;">Acá –es bueno saberlo– todo es de todos, y todos somos
uno. Espero que se entienda. Las cosas son la gente, y viceversa. Las cosas
hablan, por ejemplo, y hay que escucharlas.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10.0pt; line-height: 107%;">Los duendes son personas, generalmente, “de mal morir”, almas
que andan penando (sobre todo niños) y llaman nuestra atención metiéndose en
los objetos, o jugando con ellos, como un acto de protesta, solicitando nuestra
compasión y su liberación. No el perdón, su liberación.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10.0pt; line-height: 107%;">Leí en el diario “Con dolor, cerramos tres búsquedas”.
Creo que el viento quería decirnos eso.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10.0pt; line-height: 107%;">En la Puna –es bueno saberlo, ya que mucha gente no lo
sabe– pervive un ritual, un código, un pacto de la comunidad con la naturaleza.
A los niños no se los quiere. No, claro, hasta que no pasan el umbral de la
muerte, de la llamada “mortalidad infantil”. No tienen sexo, ni nombre siquiera;
se los llama “criatura” nomás; no hay que encariñarse con ellos, pues se pueden
morir, y qué haríamos entonces con el cariño. No se los cuida, sino lo muy
necesario, lo básico, para que pueda superar el tremendo umbral. Por lo
general, el niño sufre un gran descuido estético.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10.0pt; line-height: 107%;">Eso sí, una vez superada la fatal prueba, se practica el
ritual del “Chujcharrutu”: toda la comunidad le da la bienvenida a la vida
plena; se lo bautiza, se le pone nombre (un lindo nombre elegido por todos), y
todos son compadres (o co-padres); el niño es responsabilidad de todos. Se lo
hermosea, se le hacen infinidad de regalos y se genera una gran fiesta
colectiva en toda la comunidad. Todos prometen cuidarlo y guiarlo en la vida.
Entonces festejan también los compadres y las comadres. Se le corta el pelo al
niño y cada padrino se lleva un mechón que guardará toda la vida. De allí viene
el festejo del “jueves de compadres”, o de comadres, que transculturalizó el
carnaval eurocéntrico. Los compadres están alegres porque le han ganado una
batalla más a la muerte, han ganado una vida más para la comunidad y se hacen
promesas de no descuidar esos lazos del tejido social comunitario. Cada año se
sucede el ritual.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10.0pt; line-height: 107%;">Y pude leer la noticia en el diario: “El Equipo Argentino de Antropología Forense estableció que
Alicia Tierra, Mónica De Olaso y Laura Romero fueron asesinadas mientras
estaban embarazadas. Con esta información, las Abuelas dieron por finalizados
tres casos denunciados por la institución”.</span><o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 10pt; line-height: 107%;">¿El viento quería decirnos eso? Y continúa la
noticia: “Morocha también, Laura Romero había nacido en La Quiaca, Jujuy, pero
fue el barrio porteño de La Boca el único que la disfrutó libre. Allí vivía
Willy, Luis Guillermo Vega Ceballos, su compañero de militancia en el PRT-ERP y
de vida. Cuando los secuestraron, el 9 de abril de 1976, Laura tenía 20 años y
cuatro meses de embarazo”.</span><o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 10pt; line-height: 107%;">Ni Laura ni el niño pudieron superar el
umbral de la muerte, aunque ella sabía que los esperaba el “Chujcharrutu” para
festejar la vida. Las Abuelas de Plaza de Mayo también esperaban, desde hace 39
años, tener un mechón del niño, darle un abrazo </span><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10.0pt; line-height: 107%;">–como saben hacerlo– y cobijarlo en el cuenco comunitario que supimos construir
en estos años, a veces con triste alegría. Pero, a instancias del EAAF,
decidieron liberarlos, al niño y a la madre. Para no andar penando.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: Arial, sans-serif; font-size: 10pt; line-height: 107%;">Estas cosas no aparecen en los grandes medios
de comunicación. Por eso estamos construyendo una red, la primera Agencia de
Noticias de radios comunitarias jujeñas. La Ley de Medios que debemos defender,
por la que luchamos </span><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10.0pt; line-height: 107%;">–como buenos compadres– es la que nos permite
escuchar al viento.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<b><span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10.0pt; line-height: 107%;">Alejandro
Carrizo<o:p></o:p></span></b></div>
<br />
<div align="right" class="MsoNormal" style="text-align: right;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 10.0pt; line-height: 107%;">Noviembre de 2015<o:p></o:p></span></div>
alejandro carrizohttp://www.blogger.com/profile/09020934781798298334noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-676043521598833132.post-62622702048795628922015-02-28T17:15:00.000-08:002015-02-28T17:15:28.247-08:00<div class="MsoNormal">
<b><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">EN TIEMPOS DE ÑAUPA<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><br /></span></b></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">La estética protectora<o:p></o:p></span></b></div>
<br />
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg8vDETtN3YXBKqVxjnaf6f87DEaG9egtd7PrIGN4OcVoGyPa7aPq0aqDXEdRJPLVgz7vRs3P0q08Sh4t4TSiZOWLROdTLwW3tfOsXGosyfGaNOsHfuQEQf8scPwLgLRdTaPLjYc40YSVV7/s1600/Gallo.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg8vDETtN3YXBKqVxjnaf6f87DEaG9egtd7PrIGN4OcVoGyPa7aPq0aqDXEdRJPLVgz7vRs3P0q08Sh4t4TSiZOWLROdTLwW3tfOsXGosyfGaNOsHfuQEQf8scPwLgLRdTaPLjYc40YSVV7/s1600/Gallo.jpg" height="320" width="240" /></a></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif";">A mediados
del siglo XX, cuando ya habían pasado las guerras mundiales, cuando todavía vibraba
el fenómeno del peronismo (aunque estuviese proscripto), cuando exultaba el incipiente
desarrollo industrial argentino, todo hogar popular tenía una estética
característica, bien definida. Aunque venía en ascenso el boom del plástico (ya
empezaban a verse los manteles de <i>plavinil</i>),
en ningún hogar digno podían faltar tres elementos decorativos que respondían a
cierta “identidad” nacional (aunque ella empezase a verse tan vapuleada): la
fe, la fortuna y el tiempo, ellos representados, por un lado, por una pequeña
cápsula hermética llena de agua que contenía una virgen –generalmente la Del
Valle, la de Belgrano– a la que uno daba vueltas o agitaba y producía un
fenómeno tan asombroso como lejano: una nevada. Otro elemento infaltable era el
clásico elefante blanco de porcelana al que había que atarle un billete en la
trompa para que nunca faltase la plata en la casa. Pero el objeto más singular
era el gallito del tiempo, una graciosa escultura de cristal murano soplado, de
no más de 10 centímetros de altura, que estaba de color rojo cuando hacía
calor, o se ponía de color azul cuando hacía frío. Se podía detectar en el
rostro de los adultos una mirada como al pasar al gallito antes de salir de la
casa para estar prevenidos ante los cambios de temperatura. Algún amigo me dijo
que si miraba bien, se podía notar en él un color verde cuando iba a llover.
Los chicos nos pasábamos horas mirando el gallito para ver cuándo cambiaba de
color, y casi ninguno lograba detectar el momento preciso. Era pura magia, claro,
pero era una estética protectora, de pertenencia. También en este sentido podría
incluirse a la biblioteca, pero ese mueble variaba según la familia, era muy
particular. Lo que sí marcaba una gran diferencia social era el reloj de
péndulo –que sólo tenían las familias acomodadas–, pero eran muy violentas sus
campanadas; daban miedo. <b>AC<o:p></o:p></b></span></div>
alejandro carrizohttp://www.blogger.com/profile/09020934781798298334noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-676043521598833132.post-91278901778800177932015-02-28T15:27:00.000-08:002015-02-28T15:27:13.698-08:00<div class="MsoNormal">
<b><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">EN TIEMPOS DE ÑAUPA<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><br /></span></b></div>
<div class="MsoNormal">
<b><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">La velocidad del tiempo<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgVMUBr8XZBYJiUgcbu8DnrM7EqXdhPFgoNLws1-9Ve4rF869dQ1IFhKUB3nT1Ab1J7TIsHD04Cmr7uOgByM8rijUv4kPMSyg6iifBgTiSMMcDbWj80ZZWIloDgAHCpEizy95dsvSeagw4I/s1600/Arena.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgVMUBr8XZBYJiUgcbu8DnrM7EqXdhPFgoNLws1-9Ve4rF869dQ1IFhKUB3nT1Ab1J7TIsHD04Cmr7uOgByM8rijUv4kPMSyg6iifBgTiSMMcDbWj80ZZWIloDgAHCpEizy95dsvSeagw4I/s1600/Arena.jpg" /></a></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif";">Casi siempre,
en toda casa –por más humilde que esta fuera- había un reloj de arena, de esos
que parecían una mujer de cintura ajustada, esos que cuando se los ponía a
funcionar, es decir se los daba vuelta, duraban 3 minutos en volcar la arena
desde el cubículo superior al de abajo. Eran muy baratos, y los chicos los
usábamos para jugar a distintos juegos: a las escondidas los más pequeños, o
para responder preguntas amorosas los adolescentes. Por ahí las madres los
usaban para hacer un huevo poché o para un toque de horno a las comidas
recalentadas; o, simplemente, para ponerlo a andar y quedarse horas mirando
cómo pasaban los granitos de arena por el mínimo embudo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif";">Así era la
velocidad del tiempo antes. No había vorágine o desesperación (no al menos en
eso); no se necesitaba medir todo (¡qué nos íbamos a imaginar el “nano segundo”!).
Charles Chaplin, en el monólogo final de El gran dictador dice: “hemos desarrollado
la velocidad, pero nos encerramos en nosotros mismos”.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="background: white; line-height: 15.0pt; mso-margin-bottom-alt: auto; mso-margin-top-alt: auto;">
</div>
<div class="MsoNormal">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif";">Así era el
tiempo antes. Generalmente estaba en una vitrina, o en la mesa del comedor.
Sólo se lo ponía a rodar para algo específico; si no, estaba ahí, quietito, más
lento, como invitando a vivir (a gozar) más tranquilos la vida. Sólo pocas
familias –las de mayor poder adquisitivo- tenían uno grande, que duraba una
hora. Yo nunca vi uno, pero me contaron. <b>AC<o:p></o:p></b></span></div>
alejandro carrizohttp://www.blogger.com/profile/09020934781798298334noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-676043521598833132.post-57426425815747475392015-01-17T16:07:00.000-08:002015-01-17T16:07:13.705-08:00<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;"><b>El gran PEDRO ORGAMBIDE</b></span><br />
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh-1MChb5WjtbRUHXIOI_n-AbEuheYs3vQb7YCO8JdDqTUzc_SaS-wVLIz6kpvurPY3cU8kEPEAfWTpgEhU6k9FB2-4cjCSl_uFaxJuDTuvQL5hrCT9_D_UfLl1B1ibTGp20hhAMsVkeo3r/s1600/Pedro+Orgambide+2.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh-1MChb5WjtbRUHXIOI_n-AbEuheYs3vQb7YCO8JdDqTUzc_SaS-wVLIz6kpvurPY3cU8kEPEAfWTpgEhU6k9FB2-4cjCSl_uFaxJuDTuvQL5hrCT9_D_UfLl1B1ibTGp20hhAMsVkeo3r/s1600/Pedro+Orgambide+2.jpg" /></a></div>
<br />
<br />
Era verano. La humedad de la gran ciudad se hacía sentir. Yo venía del interior, del norte, de la intensa Tucumán. Salí de casa con un pepelito con la dirección de la revista. Al dar el primer paso, tomé mucho aire; quería beberme de un sorbo a Buenos Aires. Llevaba bajo el brazo los originales de mi libro «Elementos», premiado por el Fondo Nacional de las Artes, un atado de cigarrillos y cierto paso cansino, un tiempo místico distinto que pretendía adaptar rápidamente a los códigos de la gran urbe. No quería tomar colectivos; quería conocer todas las calles, las avenidas, los ruidos, los mil rostros de la gente. Pero a medida que avanzaba sentía crecer una sensación de vértigo desafiante por dentro.<br />
<br />
Llegué a la Avenida Pueyrredón al 1000, toqué el timbre y una voz latosa me abrió la pesada puerta desde el portero eléctrico. Subí cuatro pisos por un ascensor antiguo de rejas y ruidoso. Cuando llegué, presentí un frío letal en las paredes, como anunciando un final dramático en la historia que se iniciaba; aunque alguien me recibió con un beso y rápidamente –sin demasiados prolegómenos– comenzó a presentarme a los nuevos compañeros de trabajo. Me deslumbró el ambiente a redacción puro que se respiraba. Todos estaban muy ocupados; algunos corrían por los pasillos, pero cada uno a su turno se dio tiempo para saludarme amablemente. Hasta que llegué a la última oficina: «Diseño».<br />
Allí había dos hombres: uno me dio la mano y rápido volvió a sus plumines y a sus pegamentos. El otro esperó su turno. Estaba vestido de un impecable traje gris; tenía unos anteojos gruesos que sin embargo no lograban cubrirle la profundidad de su mirada. Con una sonrisa que nunca olvidaré, me dijo: «¡Así que poeta; bueno, por fin están cambiando las cosas! Lo lamento por vos, hermano... mucho gusto. Pedro Orgambide». Después de esas dos últimas palabras, me corrió un hermoso escozor por todo el cuerpo. «¡El gran Orgambide!», me dije.<br />
<br />
A partir de entonces, tal vez sin darme cuenta, yo solía buscar la oficina de «armado» donde a Pedro le gustaba estar. Una cosa me sorprendió de entrada: le gustaba que le contase cosas del norte argentino, de los poetas, de las comidas, de las mujeres. Así empezó nuestra relación, entre mates y notas culturales, entre reportajes y análisis políticos. Aunque –como pocos– escuchaba mis relatos, a mí me gustaba cederle la palabra, pues me deleitaban las historias de hombre de mundo que contaba.<br />
Casi nunca se sentaba; siempre vestido impecable, caminaba por la habitación y teatralizaba los relatos; abría los ojos grandes y –lógicamente– armaba una estructura literaria precisa con cada cuento. Yo sentía que asistía a la literatura pura –si la podemos llamar así–, es decir sin libro, sin intermediarios más que el autor y el receptor. Yo gozaba escuchando su amistad con Cortázar, con Neruda, con Juan Rulfo, con Miguel Donoso; las mil anécdotas de la revista Cambio que fundó con todos ellos. El Premio Casa de las Américas, su vida en México, en Cuba y en Estados Unidos, el exilio, su gran apasionamiento por Roque Dalton, su particular punto de vista de Gardel, del Che, de Evita, su relación con García Márquez, con Raúl González Tuñón, con Efraín Huerta; su singular visión del peronismo y del «ser» argentino, me deleitaban, me mostraban el mundo lleno de amor, de locura y de muerte. Pero lo que más me atrajo siempre fue su sencillez y su efusividad, su gran carcajada sincera, su agudísimo sentido del humor y sus charlas conceptuosas. Por más frívolo que fuera el tema, Pedro siempre arribaba a una conclusión sabia y fundamentalmente con gran contenido estético.<br />
<br />
Creo que de él aprendí que gran parte de la ética depende de la estética.<br />
Y así pasábamos los días, en medio de mucho trabajo y un intenso diálogo. Me acuerdo que escribió un comentario sobre un libro que habíamos armado con un puñado de poetas tucumanos. Le había encantado un verso mío: «ahí va el poeta/ calza en la cintura la belleza/ lleva la palabra remontada», y me lo recitaba de vez en cuando. También recuerdo los dolores de cabeza que le provocaba el inefable juez Pons, especialista –al parecer– en perseguir poetas, pues también se había encargado de impedir la vuelta de Juan Gelman al país. Creo que esa fue una de las causas que atentaron contra su corazón.<br />
<br />
No alcanzarían las páginas de muchos libros para enumerar la cantidad de actividades que generó Pedro Orgambide en el ámbito cultural. Escribió –como pocos– poesía, cuentos, novelas, literatura infantil, periodismo, teatro, óperas, ensayos, enciclopedias; organizó talleres literarios y periodísticos, entre tantos otros proyectos, aquí y en los países donde vivió.<br />
<br />
En esos días en que estuvimos juntos estrenó –con Favero y Nacha Guevara– «Eva», ese estupendo musical. Y también recuerdo que sufrimos juntos la muerte de Humberto Costantini. Habíamos estado proyectando –también juntos– una revista cultural. Estábamos tan entusiasmados que parecíamos niños.<br />
<br />
Un día de otoño –por fuera y por dentro– su corazón se le cansó y le dio un infarto. Sus ganas de vivir y seguir escribiendo y armando proyectos culturales pudieron más. Pero el grupo se disolvió. Después sucedió una catástrofe y perdimos a varios queridos compañeros para siempre de la revista «Entre Todos» (no entraré en detalles al respecto). Cada uno con su desesperación se agarró de donde pudo. Y Pedro, casi en silencio, como siempre, siguió escribiendo.<br />
<br />
Después de un tiempo lo encontré de nuevo y me invitó a su departamento; cuando llegué estaba en medias. Lo único que hizo fue cargar el mate y nos gastamos unas horas hablando de bueyes perdidos (aunque esos bueyes dolieran en el alma). Pero Pedro siempre dosificaba todo con el buen humor. Esa tarde me contó aquella historia de su investigación sobre la vida de Roque Dalton. Dijo que en El Salvador encontró a un viejito que era zapatero y le contó esta anécdota: En los tiempos del Frente Farabundo Martí, Roque escribía y publicaba poemas desde la clandestinidad, firmados con varios seudónimos, hasta con nombres de mujer. Era uno de las presas más codiciadas por la dictadura. Y era uno de los poetas más queridos del pueblo pero nadie, ni sus familiares, podían dar con su paradero. Dice que aquel viejito sabio, tío de Roque, recibió la noticia de que por una aldea de las afueras había pasado un flaquito simpático que se había acostado con la madre, con las cuatro hijas y con una criada. Entonces el viejito dio un grito: «¡Por ahí anda mi Roquito!». Pedro contaba esta historia y concluía con una gran carcajada como festejando la tanta vida.<br />
<br />
También le gustaba contar las peripecias de su estancia en Centroamérica, como cuando un profesor amigo lo invitó a ir al frente de batalla de la guerrilla y lo llevó en una balsa, con mujeres, ancianos y niños, cantando y comiendo comidas típicas, portando sólo una remerita, unos pantalones cortos y un gran pánico. O aquella anécdota donde se mofaba de sí mismo como «porteño engreído» cuando quiso levantarse a una bailarina cubana de cabaret y trató de impresionarla con cierta erudición pues acababa de ganar el Premio Casa de las Américas. Pedro decía «Ahí me coroné como el rey de los boludos. La mina no sólo era bailarina, o punto del cabaret, sino que además era profesora de filosofía, sabía un montón de literatura y hablaba varios idiomas, ¡además de ser dirigente en un frente en África!». Y a todos sus relatos los cerraba con una gran carcajada de placer.<br />
<br />
Aquella tarde escribió la contratapa de mi poemario «Fosa común» de un tirón. Entonces me comentó que estaba poniendo una obra de teatro y que gran parte de sus libros se estaban traduciendo en Francia. (Nunca olvidaré esa tarde, en el pequeño entrepiso de madera en su departamento de la calle Marcelo T. de Alvear, en medias y con una viejísima Olivetti verde). Ese día me dejó la última lección: «Debemos entender que no siempre se es protagonista», me dijo refiriéndose a los cumpas que cayeron en La Tablada.<br />
<br />
El 19 de enero de 2003, justo cuando iba a empezar una nueva Argentina, ese hombre y artista ejemplar llamado Pedro Orgambide nos dejó la posta y pasó a eternizarse en el rincón más tierno de la memoria de los corazones nobles de este país, inventando mundos, riéndose a carcajadas, caminando en medias: «calzando en la cintura la belleza, llevando la palabra remontada».<br />
<br />alejandro carrizohttp://www.blogger.com/profile/09020934781798298334noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-676043521598833132.post-37212299024056412672014-11-02T12:11:00.000-08:002014-11-02T12:11:38.285-08:00<b style="color: #444444; font-family: 'Trebuchet MS', Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 15.4545450210571px; line-height: 21.2999992370605px;"><span style="color: #ac193d; font-size: large; line-height: normal;">ARMANDO TEJADA GOMEZ</span> </b><i style="color: #666666; font-family: 'Trebuchet MS', Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large; line-height: 25.560001373291px;">in memoriam</i><br />
<div class="ecxgaleria" style="background-color: #f2f2f2; color: #666666; font-family: 'Trebuchet MS', Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 15.4545450210571px; line-height: 24.4799995422363px; padding: 0px 0px 7px; width: 562px;">
<span style="font-size: 16px; line-height: 22.1759986877441px;"><br style="line-height: 22.7199974060059px;" /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgnAZUiWHsCjRhcd_0U9W3fgXGoMb8sb5NYWDJ3tABbtCEGMaSOsDhx_ultVuE7iUepV2UGZTNq2AqrhmBhqxAxfJdmLANJLJWDA-ZsbnLpYI9wIz_DH86TcoNwagFs3rZ8U9-zF2kd2PZV/s1600/Armando_Tejada_G%C3%B3mez.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgnAZUiWHsCjRhcd_0U9W3fgXGoMb8sb5NYWDJ3tABbtCEGMaSOsDhx_ultVuE7iUepV2UGZTNq2AqrhmBhqxAxfJdmLANJLJWDA-ZsbnLpYI9wIz_DH86TcoNwagFs3rZ8U9-zF2kd2PZV/s1600/Armando_Tejada_G%C3%B3mez.jpg" height="240" width="320" /></a></div>
<div class="ecxgaleria" style="background-color: #f2f2f2; color: #666666; font-family: 'Trebuchet MS', Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 15.4545450210571px; line-height: 24.4799995422363px; padding: 0px 0px 7px; width: 562px;">
<span style="font-size: 16px; line-height: 22.1759986877441px;"><br /></span></div>
<div class="ecxgaleria" style="background-color: #f2f2f2; color: #666666; font-family: 'Trebuchet MS', Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 15.4545450210571px; line-height: 24.4799995422363px; padding: 0px 0px 7px; width: 562px;">
<span style="font-size: 16px; line-height: 22.1759986877441px;">El 3 de noviembre de 1992 fallecía en Buenos Aires, Armando Tejada Gómez, poeta, letrista, escritor y locutor argentino, relacionado con la música folklórica. Su obra "Canción con todos", es considerada Himno de América Latina.</span></div>
<div class="ecxgaleria" style="background-color: #f2f2f2; color: #666666; font-family: 'Trebuchet MS', Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 24.4799995422363px; padding: 0px 0px 7px; width: 562px;">
<span style="font-size: 13px; line-height: 22.0319995880127px;"><br style="line-height: 18.4599990844727px;" /></span></div>
<div class="ecxgaleria" style="background-color: #f2f2f2; color: #666666; font-family: 'Trebuchet MS', Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 24.4799995422363px; padding: 0px 0px 7px; width: 562px;">
<span style="font-size: 13px; line-height: 22.0319995880127px;">Nació el 21 de abril 1929 en Mendoza, hijo de Lucas Tejada, tropero (llevaba ganado de Mendoza a San Juan y Chile, a través de la cordillera), y de Florencia Gómez, casada a los 14 años. Hijo anteúltimo de 24 hermanos. Canillita, lustrador de zapatos, luego obrero de la construcción. </span><span style="font-size: 13px; line-height: 22.0319995880127px;">A los quince años se compró un ejemplar del "Martín Fierro" que le despertó la pasión por la lectura y la poesía. Fue autodidacta: aprendió a leer y a escribir por sus propios medios "y en la calle", como él decía. Simultáneamente se despertó en él la inquietud por las injusticias sociales, volviéndose un activista político.</span><br style="font-size: 13px; line-height: 22.0319995880127px; padding: 0px;" /><span style="font-size: 13px; line-height: 22.0319995880127px;"> </span><br style="font-size: 13px; line-height: 22.0319995880127px; padding: 0px;" /><span style="font-size: 13px; line-height: 22.0319995880127px;"><b style="line-height: 18.4599990844727px;">Comenzó como locutor en LV10 Radio de Cuyo</b>, que alternó con su trabajo como obrero de la construcción. Comenzó a componer canciones junto al músico Oscar Matus, también mendocino y esposo de Mercedes Sosa, en lo que sería una larga sociedad. </span><span style="font-size: 13px; line-height: 22.0319995880127px;">Hombre de una vasta obra literaria y multipremiado, Armando Tejada Gómez es considerado como uno de los mejores exponentes del folclore argentino. Autor de tantas poesías y canciones, y de cierta obra en prosa que fuera prohibida y que aún no se conoce en Argentina como la novela "Dios era olvido".</span></div>
<div class="ecxgaleria" style="background-color: #f2f2f2; color: #666666; font-family: 'Trebuchet MS', Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 24.4799995422363px; padding: 0px 0px 7px; width: 562px;">
<span style="font-size: 13px; line-height: 22.0319995880127px;">Yo tuve la suerte de que me "apadrinara". Cuando gané el premio nacional de poesía del Fondo Nacional de las Artes, 1986, me llevó a la Editorial Torres Agüero, donde él editaba toda su obra, y me hizo publicar mi libro "Elementos", que lleva su prólogo ("sos un privilegiado, pendejo, sos el único al que le escribí un prólogo", me dijo).</span></div>
<div class="ecxgaleria" style="background-color: #f2f2f2; color: #666666; font-family: 'Trebuchet MS', Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 24.4799995422363px; padding: 0px 0px 7px; width: 562px;">
<span style="font-size: 13px; line-height: 22.0319995880127px;">Aprendí mucho de él, sobre todo en las sobremesas de su casa en Barracas, y en Gernica, la finca donde conocí a varios artistas. También tuve el honor de compartir algunos escenarios con él en esa locura que hicimos juntos: la "Cooperativa de artistas Tome y Traiga" (recuerdo que una vez tuvimos que suspender un recital porque afuera estaban alzados los milicos "carapintadas"), de la que participaban algunos queridos artistas como Elvio Romero, Marcos Silver, el Moncho Mieres, Claudito Sosa, Cecilia Palacios, entre otros.</span></div>
<div class="ecxgaleria" style="background-color: #f2f2f2; color: #666666; font-family: 'Trebuchet MS', Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 24.4799995422363px; padding: 0px 0px 7px; width: 562px;">
<span style="font-size: 13px; line-height: 22.0319995880127px;">Nos perdimos en el desparramo del 23 de enero de 1989. Y no nos volvimos a ver. Un día, una tarde de primavera, pero sin primavera, en el bar "Carlitos", al lado de SADAIC, encontré a aquel hombre tan vital que solía llevar un poeta joven al costado mostrándole la vida (como había hecho conmigo), tendido en una mesa. "Ya estamos al final, pendejo", me dijo. Y esa fue la despedida. Todavía llevo esa cicatriz.</span></div>
<div class="ecxgaleria" style="background-color: #f2f2f2; color: #666666; font-family: 'Trebuchet MS', Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 24.4799995422363px; padding: 0px 0px 7px; width: 562px;">
<span style="font-size: 13px; line-height: 22.0319995880127px;">Creo que -aún, todavía- la literatura argentina y latinoamericana le debe los honores correspondidos con gran derecho. Aquí mi homenaje a mi maestro y amigo.</span></div>
<div class="ecxgaleria" style="background-color: #f2f2f2; color: #666666; font-family: 'Trebuchet MS', Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 24.4799995422363px; padding: 0px 0px 7px; text-align: right; width: 562px;">
<span style="font-size: 13px; line-height: 22.0319995880127px;"><b style="line-height: 18.4599990844727px;">ALEJANDRO CARRIZO</b></span></div>
alejandro carrizohttp://www.blogger.com/profile/09020934781798298334noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-676043521598833132.post-17342940007750845972014-06-30T15:01:00.000-07:002014-06-30T15:03:40.704-07:00<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><b>CALLES</b></span><br />
<br />
<br />
<img src="http://i284.photobucket.com/albums/ll17/NoNadoCroll/DSC00509.jpg" height="480" width="640" /><br />
<br />
<div align="right" class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: right;">
<i><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">y el poeta derribado<o:p></o:p></span></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: right;">
<i><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">es el árbol rojo que señala<o:p></o:p></span></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: right;">
<i><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">el comienzo del bosque<o:p></o:p></span></i></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: right;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif";"> <b>Jorge Teillier</b><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif";">Y un día volví (porque
siempre se vuelve) a caminar las calles de Tucumán. Mi alma se puso las manos
en los bolsillos y, perplejos como un niño, mis ojos se detuvieron en las
esquinas de la memoria.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif";">Agarré por Chacabuco,
hasta la 24, a “La Lechería”, para tomarme un amarillo con Carlos Michaelsen
Aráoz, pero no estaban, ni él ni el bar. Entonces seguí por Junín, hasta “La
Cosechera”, para leer poemas con Elba Naigeboren y Nito Racedo, pero tuve que
seguir de largo. Doblé por San Martín y frente a donde estaba “El Condado” los
ojos de los fantasmas me dijeron levemente adiós con un pañuelo de olvidos.
Después pasé por “El Central”, mi alma gritó “¡compañeros!”, pero no salieron
ni Larry Janzon ni René Molina. Volví por 25 hasta el “Hotel Corona” y no
estaban ni Casacci ni el Bebe Alvarez. Luego crucé –en vano– hacia “El Buen
Gusto” para tomarme una ginebra con el Pancho Galíndez mientras Fernando Arce
nos recitaba poemas de Juan Gelman (¡qué habrá sido de aquel piano!). ¿Para qué
iba a ir a la Cineteca si no me acompañaría Eduardo Rosenzvaig?, ¿o a la Peña
El Cardón sin Aurelio Salas? Tampoco me le animé al Bajo, para no ver el hueco
que dejaron “El Gallo de Oro” o la peluquería de González.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif";">Preferí ir directo a
Muñecas al 200 porque allí, en “El Griego”, donde está la sala Paco Urondo,
allí era mi cuarto en la vieja casona “la Machu-Picchu” (¿dónde andarán los
chicos de “Joetuc”?). Sabía que no me iban a recibir ni el Buby Perrone ni José
Augusto Moreno con el meñique levantado. Entonces, mi alma y yo, nos paramos al
frente a mirar que ya no hay begonias en los balcones, ni balcones siquiera.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif";">Entonces, casi en
silencio grité: “¡Amores poéticos, salven el mundo!, ¡sálvenme! La poesía es la
única geografía que perdura… Debajo de la puerta de la memoria dejo un sobre
con mi corazón adentro”.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><br /></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif";">Me doblé el cuello del saco y me fui, despacio, por las calles enmusicadas
del ocaso, cuerpeando aquellos versos de Raúl Galán: “<i>Cuando digo Tucumán, me
duele el alma</i>”.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><br /></span></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt; text-align: right;">
<b><span style="font-family: "Arial","sans-serif";">Alejandro Carrizo<o:p></o:p></span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="margin-bottom: 0.0001pt;">
<b><span style="font-family: "Arial","sans-serif";"><br /></span></b></div>
alejandro carrizohttp://www.blogger.com/profile/09020934781798298334noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-676043521598833132.post-10205055359549297252014-06-29T17:53:00.001-07:002014-06-29T17:53:12.768-07:00<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Ultimas noches con Ricardo Vilca y Cecilia Palacios, en la peña El Colorado (Buenos Aires), foto diario Clarín, 22 de junio de 2003.</span><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgcYpebFrNMiw0ecWxKunxGprswXLoGErdIEOrUXpWiTZ83HLnwsG-3CS1NX7vThdQeBWWwrvU3QPnGeoTOWuUGOr-NtHa7nJKiv_I5S4shyphenhyphenZiFAkLtVX0dBr9trVyYVgvvRYBeL5Irvt5W/s1600/Ricardo057.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgcYpebFrNMiw0ecWxKunxGprswXLoGErdIEOrUXpWiTZ83HLnwsG-3CS1NX7vThdQeBWWwrvU3QPnGeoTOWuUGOr-NtHa7nJKiv_I5S4shyphenhyphenZiFAkLtVX0dBr9trVyYVgvvRYBeL5Irvt5W/s1600/Ricardo057.jpg" height="436" width="640" /></a></div>
<br />alejandro carrizohttp://www.blogger.com/profile/09020934781798298334noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-676043521598833132.post-70547347820209214712014-06-01T17:14:00.003-07:002014-06-01T17:14:59.032-07:00<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;"><b>Bravo, Larry !!</b></span><br />
<br />
<img alt="Larry Jantzon" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgPpcJWDdl11pz7PoM3Gxs2N7MiRPqZqEmj7N1_rpAXSElwrPThMvrzBSeOcThEqbRUu8NhN0oioyp6axUcNoiJoQjSTJg0FiJmmlN6qvTy8G1SVe3IqBd0AaInwpq9FzL5FNHIBtxwBlar/s320/Larry+Jantzon.jpg" width="229" /><br />
<br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">El siglo XIX llega a su fin y con él se desata la crisis del capitalismo. En Londres, en el número 287 de la calle Kennington Road vive -o mejor dicho sobrevive- Hannah, una menuda y simpática mujer que, habiendo dejado su hogar a los 16 años, se dedica a cantar y bailar en bien improvisados (y desesperados) espectáculos de music-hall de la compañía Gordon y Sullivan, con el seudónimo de Lily Harley.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Comienza a escasear el dinero y el trabajo. Hannah ya se ha separado de Charles -el padre de sus tres hijos- fundamentalmente por las desquicias del alcohol, pero ella no deja de trabajar para mantener a su familia. Una noche de función decide llevar al más pequeño y dejarlo (semi dormido) entre los bastidores mientras ella actúa. La dura vida con sus hijos en una fría bohardilla londinense y las largas trasnochadas con el alcohol obligado de los posaderos habían ido minando la salud de la bella Hannah. Esa noche, en plena función, su voz se estrangula, desaparece. Y la muchacha debe dejar el escenario entre risas y silbidos. El pequeño de apenas 5 años, ofendido por la burla a su madre (y empujado por el dueño del bar), sale a escena a reivindicar su nombre. Canta y baila con tanta frescura que vuelve en aplausos aquellos insultos. Por puro orgullo -y para gratuidad del mundo- había entrado a escena Charles Chaplin.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Cien años después, luego de los tiempos más violentos de la humanidad, luego de las más grandes utopías y las más profundas miserias, en Tucumán, Argentina, luego del más horroroso genocidio que estuvo a punto de acabar -y en muchos casos lo logró- con nuestra risa, entró a escena -tal vez a los empujones como Chaplin, tal vez con cierta idéntica frescura, y para devolvernos la risa- un muchacho alto, delgado, nervioso: Larry Jantzon.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Larry eligió el más difícil de los caminos que puede elegir un actor: el de comediante. Pero no se trató sólo de la abulia del Garrik de Juan de Dios Peza, que a todos hacía reír y sin embargo lloraba, o la desesperación económica de Chaplin. A Larry le tocó -diría él mismo- "bailar con la más fea". Tuvo la terrible misión de hacer reír a un pueblo entero donde se había instalado la tristeza estructural, el nihilismo de la posguerra, el desgano de la vida. Y sin embargo lo logró; arrancó sonrisas de la nada, de un teatro vacío, de plateas ocupadas sólo por pedazos de carne con número de documento. Larry dibujó lágrimas y sonrisas como si nada hubiera pasado, pero sin dejar de decir lo que a veces hay que decir "aunque a veces vengan degollando", como en la satirización de Torquemada, que le valió varios "aprietes".</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Para eso, Larry debió estar en estado de magia permanente, en constante personaje, porque hacer reír es cosa seria, señores. Y era uno y el mismo en La Cosechera, en el desaparecido Buen Gusto, en la fusilada Peña El Cardón, en la calle o en su casa, en la íntima soledad o en el ritual de sus amistades (o desde el micrófono de una radio, que fue una de sus últimas actuaciones). Y esa tal vez sea una de sus mejores medidas, su virtud excelsa, su mejor puesta: la cosecha de amigos.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Larry Jantzon perteneció a esa raza suprema de actores tucumanos que supieron resistir a la tristeza con el arte, para bien propio y de su pueblo. Pero, claro, no es fácil; la entrega, a veces, se vuelve demasiada. Joven, muy joven, su corazón le dijo basta, bajó el telón. Aplaudan, señores, aplaudan.</span><br />
<div style="text-align: right;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><i><b>Alejandro Carrizo</b></i></span></div>
alejandro carrizohttp://www.blogger.com/profile/09020934781798298334noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-676043521598833132.post-41836401518339585372014-06-01T07:14:00.000-07:002014-06-01T07:14:43.547-07:00<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;"><b>Sé libre, me dijo</b></span><br />
<br />
<img alt="Vista previa" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi9jfhvumQD-Uw6Arnpul2sVvu4DBRGnpXSJDAyFkQtQ0KQbUOKFSnBzaNB6Xz-cZ_rc0k9kXTw5fU3irarJ7bZUoxdMB5qX8JuOB2z46i5Lk_8lukGRiLHk-tTDB724LAGkXnUzE6fXUGu/s374/Foto+Cuchi+Leguizamon.jpg" /><br />
<br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Corría la dictadura, dolía todavía (1980), pero más me dolía a mí porque había perdido en pocos meses a mis dos padres: el biológico: Alejandro Carrizo, y el simbólico: Manuel Castilla.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">El "cuchi" Leguizamón fue a Tucumán con su espectáculo "Canciones con post-data", una joyita nostálgica de la oquedad. Yo tenía 21 años y le pedí una entrevista. "Sí -me dijo-, esperame en el bar de enfrente al hotel." Lo esperé más de 8 horas. Apareció a la madrugada y me pidió perdón. Se dedicó a escucharme. Allí me dijo: "No escribas canciones, ni nada atado a estructuras y formatos rígidos. Sé libre; que labure el compositor... Si los poetas no son libres estamos en el horno, hermano". Creí entenderlo y, dos años después, lo volví a ver con mi primer libro "Pena por Manuel Castilla". Me lo presentó en el Museo Pajarito Velarde, de Salta, junto a otro gran padre: César Perdiguero (en la foto, a la izquierda aparece también una mujer santa: la Catu, esposa de Manuel). Esa noche cantaron dos amigos: el Icho Vaca y la Melania Pérez. Esa frase: "sé libre" me marcó para toda la vida, creo.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span>
<div style="text-align: right;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><b>A.C.</b></span></div>
alejandro carrizohttp://www.blogger.com/profile/09020934781798298334noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-676043521598833132.post-1033649503084781082014-06-01T05:51:00.000-07:002014-06-01T05:51:37.247-07:00<div class="ecxyiv5010402504ecxMsoNormal" style="background-color: white; line-height: 22.719999313354492px;">
<b style="line-height: 22.71999740600586px;"><span style="color: #660000; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large; line-height: normal;">La cuchara de la vida</span></b></div>
<div class="ecxyiv5010402504ecxMsoNormal" style="background-color: white; color: #444444; line-height: 22.719999313354492px;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br style="line-height: 22.71999740600586px;" /></span></div>
<div class="ecxyiv5010402504ecxMsoNormal" style="background-color: white; color: #444444; line-height: 22.719999313354492px;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Generalmente, la olla del guiso guarda lo mejor en el fondo. Por eso dicen las abuelas que es bueno revolver siempre, para que aflore lo que se está cociendo allá abajo, más cerca del fuego. Y además para que todo el potaje, la mezcla, tenga buen gusto y se distribuyan mejor los nutrientes y las calorías, pero sobre todo el sabor.</span></div>
<div class="ecxyiv5010402504ecxMsoNormal" style="background-color: white; color: #444444; line-height: 22.719999313354492px;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br style="line-height: 22.71999740600586px;" /></span></div>
<div class="ecxyiv5010402504ecxMsoNormal" style="background-color: white; color: #444444; line-height: 22.719999313354492px;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">La Ley 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual vino a hacer las veces de una cuchara, a mover lo que estaba abajo. Así por lo menos parece que sienten los 10 vecinos de Iturbe –un pueblito de unos 300 habitantes a más de 3.000 msnm en la puna jujeña– que se llegaron al AFSCA Jujuy para solicitar una autorización para una radio comunitaria. Está funcionando, pero los equipos son obsoletos y no tienen licencia, además de querer participar de los Fondos Concursables. “Es más importante que la policía, que la escuela en muchos casos, y hasta que la salita de salud”, dijeron. “No hay casi medios de comunicación y por la radio llega todo más rápido, necesitamos ampliar la potencia para llegar a los parajes vecinos”. Son jóvenes del pueblo, ansiosos, ilusionados y limpios. Pero uno sobre todo me llamó la atención:</span></div>
<div class="ecxyiv5010402504ecxMsoNormal" style="background-color: white; color: #444444; line-height: 22.719999313354492px;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">–Yo hago el noticioso de la mañana –me dijo mirando al suelo.</span></div>
<div class="ecxyiv5010402504ecxMsoNormal" style="background-color: white; color: #444444; line-height: 22.719999313354492px;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">–Claro, leés los diarios –le dije tan obviamente.</span></div>
<div class="ecxyiv5010402504ecxMsoNormal" style="background-color: white; color: #444444; line-height: 22.719999313354492px;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">–No... yo hago producción propia… De 9 a 12, todos los días.</span></div>
<div class="ecxyiv5010402504ecxMsoNormal" style="background-color: white; color: #444444; line-height: 22.719999313354492px;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">–¿Escribís, o te mandan algún cable de agencia por celular? –seguí mi tonta investigación.</span></div>
<div class="ecxyiv5010402504ecxMsoNormal" style="background-color: white; color: #444444; line-height: 22.719999313354492px;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">–Celular no hay, dicen que ya llegará con la nueva fibra óptica… A mí me leen los diarios… ella (a su lado estaba una jovencita coya, muy serena, hermosa, que lo miraba con total ternura)… Yo escucho, reinterpreto las noticias y luego las difundo…</span></div>
<div class="ecxyiv5010402504ecxMsoNormal" style="background-color: white; color: #444444; line-height: 22.719999313354492px;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">–Pero ¿por qué?, ¿no sabés leer acaso? –insistí en el colmo de mi estupidez.</span></div>
<div class="ecxyiv5010402504ecxMsoNormal" style="background-color: white; color: #444444; line-height: 22.719999313354492px;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">–Soy ciego, señor.</span></div>
<div class="ecxyiv5010402504ecxMsoNormal" style="background-color: white; color: #444444; line-height: 22.719999313354492px;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Y yo me quedé mudo, con un sabor dulce en el alma, pero mudo.</span></div>
<div class="ecxyiv5010402504ecxMsoNormal" style="background-color: white; color: #444444; line-height: 22.719999313354492px;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br style="line-height: 22.71999740600586px;" /></span></div>
<div class="ecxyiv5010402504ecxMsoNormal" style="background-color: white; color: #444444; line-height: 22.719999313354492px;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> </span></div>
<div class="ecxyiv5010402504ecxMsoNormal" style="background-color: white; color: #444444; line-height: 22.719999313354492px;">
<b style="line-height: 22.71999740600586px;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Alejandro Carrizo</span></b></div>
alejandro carrizohttp://www.blogger.com/profile/09020934781798298334noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-676043521598833132.post-43829933996451107702013-12-22T06:20:00.001-08:002013-12-22T06:20:54.419-08:00<div style="background: white;">
<b><span style="color: #5a5a5a; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 11.0pt;">Devolveme
la radio<o:p></o:p></span></b></div>
<div style="background: white;">
<br /></div>
<div style="background: white;">
<span style="color: #5a5a5a; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 11.0pt;">Por Alejandro Carrizo<o:p></o:p></span></div>
<div style="background: white;">
<span style="color: #5a5a5a; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 11.0pt;"><br /></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgabxNrbyNpP7LQYKKpM6MFVfJQdbAfwLvigIlpAryEZiDZxK5j9OBkiufTe6M-1KlY1Bj80ZS8XKoK6XZb3f6ljnXYFenPfkJf8QwCo_-7oMWTLlCgeLmX14rHlLSOkyK7Uz0vVbpaYhJG/s1600/spica.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="232" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgabxNrbyNpP7LQYKKpM6MFVfJQdbAfwLvigIlpAryEZiDZxK5j9OBkiufTe6M-1KlY1Bj80ZS8XKoK6XZb3f6ljnXYFenPfkJf8QwCo_-7oMWTLlCgeLmX14rHlLSOkyK7Uz0vVbpaYhJG/s320/spica.jpg" width="320" /></a></div>
<div style="background: white;">
<span style="color: #5a5a5a; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 11.0pt;"><br /></span></div>
<div style="background: white;">
<br /></div>
<div style="background: white;">
<span style="color: #5a5a5a; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 11.0pt;">En mi opinión, en la espontaneidad reside la verdadera
ideología. Corría 1976 y empezaba la dictadura más sangrienta de la historia
argentina. Hugo “El coya” Condorí –obrero del ingenio Ledesma– ya se había
“salvado” varias veces de la muerte, la última vez que había estado en la
cárcel logró “confundirse” con los contraventores, aunque era uno de los presos
políticos más buscados.<o:p></o:p></span></div>
<div style="background: white;">
<span style="color: #5a5a5a; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 11.0pt;">Pero llegó el día del famoso “viaje” a la Unidad 9 de La Plata
(donde no supo más de compañeros como Arédez, Weisz, Patrignani y otros). El “traslado”
empezó como a las 5 de la mañana. No tenía mucho para llevar; ya lo habían
esposado y le pidió al guardia cárcel que le dejase llevar la radio (la única
conexión con el mundo y con la libertad). El ladino no sólo no le permitió
llevar la pequeña radio (una spica forrada en cuero), sino que se la robó.<o:p></o:p></span></div>
<div style="background: white;">
<span style="color: #5a5a5a; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 11.0pt;">Pasó el pabellón de la muerte, pasó la tortura, pasó la muerte,
las desapariciones, pasó el tiempo, volvió la democracia, volvió la lucha ahora
con los organismos de derechos humanos, empezaron los juicios por la verdad,
luego los juicios de lesa humanidad (de la mano de Néstor y Cristina), y, hace
unos días en Jujuy, se presentó la oportunidad de tener a los cinco represores
frente a frente. El testimonio de El Coya fue singular, uno de los mejores
aportes para la condena de los carceleros y de los abyectos como Blaquier
(incluso si se profundiza la investigación, con la posibilidad de encontrar los
cuerpos).<o:p></o:p></span></div>
<span style="color: #5a5a5a; font-family: "Arial","sans-serif"; font-size: 11.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin;">Al
final del alegato, Condorí –el único sobreviviente de la histórica y combativa
obra social– miró a uno de ellos a los ojos y le dijo: “Devolveme la radio”.</span>alejandro carrizohttp://www.blogger.com/profile/09020934781798298334noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-676043521598833132.post-37210684568125851332013-11-02T16:07:00.000-07:002013-11-02T16:29:08.347-07:00<span style="color: red; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;"><b>IMPOSIBLE PERMANECER INDIFERENTE</b></span><br />
<br />
<div class="MsoNormal" style="background: #FEFDFA; line-height: 13.5pt; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="color: #333333; font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;">Tal vez no sepamos nunca<br />
qué fue lo último que viste.<br />
Quizás un nogal centenario,<br />
... enardecido en la selva.<br />
Quizás el sol milenario, arriba de todo.<br />
Quizás el negro monstruoso<br />
de la venda en los ojos de los torturados.<br />
Tal vez no sepamos nunca<br />
exactamente a qué hora,<br />
qué día,<br />
bajo qué lluvia.<br />
Pero sí sabemos, hermano,<br />
que en la punta derecha<br />
del banco de carpintero,<br />
hay un pedazo de tu risa<br />
bailoteando, como si nada,<br />
con el pasodoble del serrucho.<br />
<br />
Yo conservo intacta tu mirada<br />
y afilado en el taller<br />
está el canto de tu silencio.<br />
Aunque ellos tengan,<br />
Dios sabe dónde, tu cadáver.<br />
Yo me he quedado con tu risa,<br />
y abrazada al fuego casi loco,<br />
es nuestra tu alegría.<o:p></o:p></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjkwtoLbW16zOt3B63LerQlvOnvm85EUOl7EON8WdO0aJ-BjkKL-N2s4clRBeteJ3_meyOozEtv-1EbH0QU1L9L_uV9szsoIZ7F3D-aG5YWCLnDkxVXtBalY0s0OhGu9vA5ADaKM5BFPtZ6/s1600/Ricardo+Salinas.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjkwtoLbW16zOt3B63LerQlvOnvm85EUOl7EON8WdO0aJ-BjkKL-N2s4clRBeteJ3_meyOozEtv-1EbH0QU1L9L_uV9szsoIZ7F3D-aG5YWCLnDkxVXtBalY0s0OhGu9vA5ADaKM5BFPtZ6/s1600/Ricardo+Salinas.jpg" /></a></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></b></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: left;">
<span style="color: #333333; font-size: 12pt; line-height: 115%;"><b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Poema leído por Julia Salinas en una Audiencia. Lo escribió Ricardo Salinas (foto) en 1976, dedicado a su
hermano Alfredo, desaparecido en 1975. Ricardo y su pareja Silvana estuvieron detenidos en la cárcel de Gorriti, en Jujuy. Fueron liberados y secuestrados horas más tarde y luego trasladados aparentemente al Arsenal Azcuénaga en Tucumán (los restos de Ricardo fueron encontrados allí; Silvana continúa desaparecida).</span></b></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: left;">
<span style="color: #333333; font-size: 12pt; line-height: 115%;"><b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></b></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: left;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 115%;"><b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="color: red;">...Mi querido Alfredo, con quien compartimos hermosos momentos allá, en la casa de piedra la calle 12 de octubre y San Martín, en Tucumán, junto a nuestro querido primo: Marcelo Paz (que por aquellos días falleció de leucemia). Alfredo vino una noche de madrugada a despedirse. Saltó la tapia y nos dio un beso a todos. No lo vimos más. Pasados un par de años apareció en esa casa la novia de Alfredo (no recuerdo su nombre) con la hijita de ambos (que hoy tendría entre 38 y 41 años calculo). Yo creo -por su forma de ser- que la última imagen de los ojos de Alfredo fue "un nogal centenario enardecido en la selva". Este es mi recuerdo y mi memoria.</span></span></b></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: left;">
<span style="font-size: 12pt; line-height: 115%;"><b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="color: #333333;">Alejandro Carrizo</span></span></b></span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: left;">
<span style="color: #333333; font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-bidi-language: AR-SA; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;">
<!--[if !supportLineBreakNewLine]--><br />
<!--[endif]--></span></div>
<div class="MsoNormal" style="background: #FEFDFA; line-height: 13.5pt; margin-bottom: .0001pt; margin-bottom: 0cm;">
<span style="color: #333333; font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12.0pt; mso-fareast-font-family: "Times New Roman"; mso-fareast-language: ES;"><br /></span></div>
alejandro carrizohttp://www.blogger.com/profile/09020934781798298334noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-676043521598833132.post-11077321271449400102013-07-23T09:30:00.000-07:002013-07-23T09:30:50.571-07:00<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">LOS DISTINTOS
QUE QUERÍAN SER IGUALES</span></b><o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgFoBKm8Uf3dSlO7znt5oMbcSr_DQL35bh5MG_S40vOdTNswUEyrNXqBiiKYd-KNB1hSW8xTYhmVbHoN9W3veThHbrVuy1A73gtfWDYkcLvImczWyIg0nHxFit3w_7wt6lk1JkPkuUyuLW9/s1600/desaparecidos+2.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="170" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgFoBKm8Uf3dSlO7znt5oMbcSr_DQL35bh5MG_S40vOdTNswUEyrNXqBiiKYd-KNB1hSW8xTYhmVbHoN9W3veThHbrVuy1A73gtfWDYkcLvImczWyIg0nHxFit3w_7wt6lk1JkPkuUyuLW9/s320/desaparecidos+2.jpg" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Eran
distintos. El pueblo no los doblegaba, ni la carbonilla que flotaba en el aire,
ni la hediondez del bagazo o las acequias de cachaza; ni eso que no se veía
pero que todos sabíamos: la opresión, esa angustia natural a la que estábamos
ya todos acostumbrados. Los habrán marcado (como a todos) los barrenderos de la
madrugada que barrían las calles con hojas de palmera, o quizá, en la infancia,
el tableteo de la chorba (locomotora) con sus zorras (carros) llenas de caña
rumbo al canchón del ingenio; los chistidos de los pespires en la noche; los
grandísimos truenos de las tormentas en verano; el sabor y el aroma del mango,
o el pin-pín escondido debajo la piel.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Pero eran
distintos. Apoyaban la planta de los zapatos en la pared de la esquina y
comenzaba una discusión. Ponían el paquete de cigarrillos en las mangas
arremangadas de las camisas de grafa o entalladas, con cuellos en punta y
desprendidos varios botones del pecho. Prendían el cigarrillo con el encendedor
carucita y apagaban el pucho en la gruesa lona de los vaqueros Lee. La mayoría
usaba alpargatas de yute en la tarde y mocasines clásicos para la noche. Tomaban
café en el bar Novel. Allí discutían de política, por supuesto, pero también de
cine, de literatura, de música, de sexo y de “la imaginación al poder”. Eran
presumidos y rápidos con los chistes, hablaban en doble sentido y se hacían
bromas que competían con la genialidad. Eran simpáticos y muy caballeros con las
amigas o novias; tenían modos muy especiales de besar o de decirles algún
piropo a las damas. Eran gentiles con los adultos (sobre todo con los viejos) y
nunca estaban quietos. Uno solo tenía auto: el Gallo Cabrera; pero un Citroen
2CV que siempre se quedaba y había que empujar, así que cuando uno estaba en la
parada de colectivo rogaba que no pasase Gallito porque te invitaba a llevarte
y siempre terminabas empujando el carromato.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Los ofuscaban
el pito (la sirena) del ingreso de los obreros a la fábrica y el maltrato y la
miseria humana en los lotes, el hacinamiento y la violencia. Eran sensibles y
solidarios. Eran chicos, podría decirse, de clase media, la mayoría hijos de
comerciantes o empleados de “la empresa” que habían podido seguir sus estudios
universitarios en Tucumán. Iban a bailar a la confitería “Comodín” o al club
Centro Recreativo. Pero eran distintos. Si bien eran muy divertidos, más que
bailar se juntaban en los rincones a conversar, es decir a discutir acerca de
las injusticias de este mundo y de las posibles soluciones. Siempre, claro, con
la planta de los zapados apoyadas en la pared.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Casi todos habían
estudiado en la Escuela Normal de Libertador. Algunas casas guardarán, seguro,
fotografías en blanco y negro de esos muchachos con flequillos tipo Beatles y
pantalones Oxford, todos con ojos vivaces y sonrisas frescas. La famosa “década
del 70”, la gloriosa, la triste.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Hace no muchos
años falleció la mamá de Piquito Zafarov. Se murió de espera. Se sentaba todos
los días en un silloncito en la vereda en la calle Entre Ríos a esperar a que
apareciese Víctor (Piquito). Cuando iba al mercado o a hacer algún trámite al
centro, dejaba unos pesos en la vecina, por si aparecía Víctor. Él –como la
mayoría de aquellos lindos muchachos– había cometido el atrevimiento de estudiar
mucho, de leer un montón, pero sobre todo de pensar y de ser sensible con los
obreros de la fábrica o con la realidad social del país, pero desde los libros,
desde los bares, desde los rincones de los bailes, o, como siempre, desde las
discusiones que se armaban en las esquinas del pueblo con las plantas de los zapatos
apoyadas en la pared.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Los chacales –los
civiles y los armados– hicieron lo que ya sabemos: exterminaron dirigentes
obreros y, por las dudas, a estos muchachos, los más lindos, los más
inteligentes, los distintos, los que leían y pensaban. Trataron de no que no
quedase rastro alguno; pero se le escaparon algunos detalles: en algunas
esquinas de Libertador están, todavía, aquellas marcas en la pared de las
plantas de los zapatos de aquella generación. Es una huella.<o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="text-align: justify;">
Alejandro
Carrizo, Ledesma, julio 2013<o:p></o:p></div>
alejandro carrizohttp://www.blogger.com/profile/09020934781798298334noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-676043521598833132.post-33360411833127856692013-06-23T14:44:00.002-07:002013-06-24T18:10:40.649-07:00<div class="MsoNormalCxSpFirst" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-AR"><span style="color: #660000; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;"><b>CONFIMADO: EL MARISCAL TITO ESTUVO EN EL NOA</b></span><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<i><span lang="ES-AR">Verosimilitud y esquizoperiodismo<o:p></o:p></span></i></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgK_dkr5iOP7RrcWZ-wtDghJX3L3aGCH3CCxY-zhyEUG1tZEKZhs3w2A7yjHxMVyjcNRI4TJVvwfS3pRcTiYm55vrhHkPxmbvflqBx8XotEYADFCUC1Pnh97YfCT5NZXQyXBwOqhD1jgeSx/s1600/josip-broz-tito-1.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="171" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgK_dkr5iOP7RrcWZ-wtDghJX3L3aGCH3CCxY-zhyEUG1tZEKZhs3w2A7yjHxMVyjcNRI4TJVvwfS3pRcTiYm55vrhHkPxmbvflqBx8XotEYADFCUC1Pnh97YfCT5NZXQyXBwOqhD1jgeSx/s320/josip-broz-tito-1.jpg" width="320" /></a></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-AR"><br /></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-AR">…Lástima que Michel Foucault no anduvo por
estas remotas tierras al sur de las Américas, como sí lo hiciera el Mariscal
Tito, de quien tanto se ha hablado, escrito y elucubrado. Incluso se dice que
hay gente que no sólo se agarró a trompadas por las distintas hipótesis del
paso o no de Tito por la Argentina, sino que hasta se cambiaron los nombres, se
deshicieron matrimonios, se redactaron jurisprudencias y se cambiaron hasta los
apodos. Según trasnochadas investigaciones de lingüistas locales, el apodo de
“Beto” fue creado para los Albertos (a los que antes les decían “Tito”)
que no deseaban quedar vinculados al
gran caudillo yugoslavo –o croata, o triestiano, o austríaco, o tastileño, o
esloveno, o genovés, o marplatense, o danubiense, o quizá tucumano, en fin.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-AR">Lo más importante no resultó el cambio de Tito
a Beto, ni siquiera si estuvo o no el verdadero Mariscal Tito en Argentina, o
en el noroeste argentino más precisamente; sino, lo más significativo fue que
el cambio de Tito a Beto, o a Cacho, o a Pipo, Pancho, Pepe, Quito, Rolo, Lito,
Quique, Nacho, Nico y etcéteras, nacieron de esas discusiones colectivas que se
desataban en las esquinas o en los baldíos, en los bares o en las paradas de
los trolebús, en las terminales de ómnibus y las sobremesas, en los patios de
los conventillos y las parroquias. Que después devino en los Turco, Ruso, Tano,
Gringo, Negro, o “sofaifa”, es decir, otra forma de hablar; o sea, otra forma
de vivir. (“Otra manera de ser” me dijo mi querido Pedro Orgambide una tarde de
invierno de 1989, en su casa de Marcelo T. y Junín, en que nos dolíamos todavía
por el copamiento de “<st1:personname productid="La Tablada" w:st="on">La Tablada</st1:personname>”.)
Es decir, digo, otra forma de leer.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-AR">Lo cierto es que de esos gentíos parece que
nacieron las primeras bibliotecas populares, los centros vecinales y los
sindicatos, los centros recreativos de socorros mutuos y los clubes bochófilos.
(…) Quizá uno de los problemas más graves de culturización es que de allí
nacieron las cooperativas, las ligas agrarias y las mutuales. Pero lo más
estigmático, creo, para nuestro país es que allí se fundaron los clubes de
fútbol.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-AR">Intrigas más, intrigas menos, estas crónicas
–la mayoría apócrifas, por cierto– parecen dar cuenta de que el mentado Josip
Broz Tito (o quien fuera, ya que habría tenido entre ocho y diez identidades,
cuatro o cinco operaciones faciales y al menos dos personalidades) nació en
Kumrovec, en 1892; algunos sospechan que era el hombre soviético dentro del
movimiento de los No Alineados, aunque otros sostienen que era nacionalsocialista
rojo en lugar de negro; que con sus guerrilleros campesinos pudo resistir el nazismo
“con tácticas desconocidas” durante cuatro años; y, con similares estratagemas,
al mismísimo stalinismo, pero no desde una geografía remota sino desde las
barbas mismas de <st1:personname productid="la NATO." w:st="on">la NATO.</st1:personname><o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-AR">Según nuestra única e incuestionable fuente: el
criptógrafo salto-jujeño Juan Carlos Matthews –especialista en raspaduras del
corazón–, con relatos recogidos de la voz de su propia madre en <st1:personname productid="la Quebrada" w:st="on">la Quebrada</st1:personname> del Toro, y ella
de la propia voz del mismísimo Josip Broz en cuerpo y alma, es decir por la
mejor de las vías, la más confiable al menos: la oralidad, el Mariscal Tito
estuvo efectivamente acá.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-AR">El fundamento más preciso de nuestros oralistas
es que, en medio de un tratamiento para el asma en plena Quebrada del Toro,
Josip (o Walter) le dijo al (o a la) intérprete: “Yo llegaré a ser Tito”. El
que cura de palabra sabe de eso.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-AR">Los documentos escritos pueden fraguarse,
tergiversarse y falsificarse, incluso por el solo paso del tiempo; no así el
registro de la voz humana en el recuerdo humano, más potente, real y confiable
incluso que el carbono 14 y las pruebas de ADN. No olvidemos que los más de
diez mil años de oralidad –con sus bemoles, yerros y aciertos– han sostenido,
hasta aquí, a la especie humana mucho más que los apenas poco menos de quinientos
años de escritura escrita.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-AR">El Mariscal Tito, según nuestros oralistas,
llegó al puerto de Buenos Aires un 20 de octubre de 1930 en el barco de carga
“Principesca María”, de bandera italiana. Puede ser que se haya instalado en
Berisso, en la pensión “El turco”, sobre la calle Nueva York (por aquella época
más concurrida que <st1:personname productid="la Quinta Avenida" w:st="on"><st1:personname productid="la Quinta" w:st="on">la Quinta</st1:personname> Avenida</st1:personname>),
que haya comido en el restaurant “El águila” y trabajado en el frigorífico
Swift (como la mayoría de aquellos más de doce mil inmigrantes que recalaron en
la ciudad platense), pero fue por poco tiempo. De lo que no hay dudas, según
los registros orales de la Cuesta del Obispo, es que fue uno de los creadores del
movimiento sindicalista argentino, agitando a las masas obreras. También se
sabe que fue “pincharrata”, hincha fanático, veneno de Estudiantes de <st1:personname productid="la Plata" w:st="on">la Plata</st1:personname>, aunque algunos años
después (y aún hoy) la obstinación de muchos sociólogos llegó a la ecuación de que
si bien debería haber sido “tripero” a morir, es decir fana de Gimnasia y
Esgrima de <st1:personname productid="la Plata" w:st="on">La Plata</st1:personname>,
como una coherente consecuencia ideológica y clasista, una vez más el Mariscal
dio la nota: se hizo del “León de <st1:personname productid="la Plata" w:st="on">La
Plata</st1:personname>”, pero no por ideología o clase sino por los colores,
que coincidían con los de su equipo, </span>el Crvena Zvezda, de Belgrado. Los
escudos y la camiseta de ambas instituciones eran rojo y blanco, a rayas, por
lo que el Mariscal no dudó un instante en adherir sus emociones a Estudiantes. <span lang="ES-AR">Incluso habría participado de un
asalto a un banco para recaudar fondos para la causa anarquista argentina o
para el club de sus amores. (Como hipotetiza el esteta Juan Acha: “el gusto,
muchas veces, termina por decidir nuestras acciones”; es decir, la estética deviene
una política, y una ética, claro está.)<o:p></o:p></span><br />
<span lang="ES-AR"><br /></span>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEih8-go6kS6bgMvMvieqLi-KTwkpdGifQDQRtK0t_yNxAUXq6ZueoRDTlMMp6kqj8vjI2Tu5ZodEii5ounOrGHpkV1h9_FHJ6uSDBlTU13pm4q6-31quutF3-fpz-q68tWY8GZq_fGGKCE_/s1600/tito+2.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="202" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEih8-go6kS6bgMvMvieqLi-KTwkpdGifQDQRtK0t_yNxAUXq6ZueoRDTlMMp6kqj8vjI2Tu5ZodEii5ounOrGHpkV1h9_FHJ6uSDBlTU13pm4q6-31quutF3-fpz-q68tWY8GZq_fGGKCE_/s320/tito+2.jpg" width="320" /></a></div>
<span lang="ES-AR"> <span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: x-small;"> Parecían un poco formales los del Crvena, pero no eran.</span></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-AR">Nuestros oralistas sostienen que en su paso por
el país también hizo “formación de cuadros”; uno de ellos, de quien se hizo muy
amigo, fue Segundo David Peralta (o Manuel Bertolatti), alias “Mate Cosido”
(cosido con “s” porque tenía un tajo en la cabeza), el Robin Hood criollo.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-AR">Desde los fondos impenetrables de los montes
chaqueños surgió el nombre de este bandolero social adoctrinado por el
Mariscal: <st1:metricconverter productid="1,65 metros" w:st="on">1,65 metros</st1:metricconverter>
de altura, delgado, cutis blanco y cabeza inclinada habitualmente. Los primeros
que integraron esta célula fueron Eusebio Zamacola (<i>el Vasco</i>) y José Benítez (<i>el
Calabrés</i>), luego se sumaron “<i>el
Chileno</i>” y “<i>el Noy</i>”, y más tarde
Juan Bautista Bairoletto (<i>el Pampeano</i>),
Saúl González (<i>el Rubio</i>), Pedro Cardozo
(<i>Cardocito</i>), Camazo (<i>Monte Buey</i>), el Negro (o <i>Cuqui</i>), Pascual Miño (<i>el Tata</i>), Pedro Ruiz (<i>el Alemancito</i>), Herrero (<i>el Indio</i>), el Boliviano, el Turco, y Pascual
Peralta (<i>Mate Cosido Chico</i>), hermano
de Segundo David.<o:p></o:p></span><br />
<span lang="ES-AR"><br /></span>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhnX5fCBHbOcdp4GVRrEtN9BgeSMcXw_OULPoifj5H7rkGAxS0h7FUhyphenhyphenHfHQddajy0lpcAcH5dfJEYsFOB9Hye0fOdtiGY2_sWR8C1P8pPIluApeg5Gl6jgHgzaSekakIpAiINS3kBAe4wT/s1600/mate-cosido.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhnX5fCBHbOcdp4GVRrEtN9BgeSMcXw_OULPoifj5H7rkGAxS0h7FUhyphenhyphenHfHQddajy0lpcAcH5dfJEYsFOB9Hye0fOdtiGY2_sWR8C1P8pPIluApeg5Gl6jgHgzaSekakIpAiINS3kBAe4wT/s320/mate-cosido.jpg" width="199" /></a></div>
<br /></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-AR">El blanco ideal para esta banda fueron las
compañías inglesas que explotaban a la gente y agotaban las riquezas del Chaco:
<st1:personname productid="la Forestal Ltda.," w:st="on"><st1:personname productid="la Forestal" w:st="on">la Forestal</st1:personname> Ltda.,</st1:personname>
Anderson, Clayton, Quebrachales, Bunge y Born, Dreyfus, y los bancos de los que
esas empresas eran principales accionistas. “No soy un delincuente, soy una
fabricación de las injusticias sociales” vociferaba este obrero gráfico
tucumano, forzado a convertirse en bandolero social, que se pasó quince años
asaltado a las compañías inglesas y repartiendo el botín entre la gente humilde
de la región.<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-AR">Anoticiado el Mariscal de que más de mil
operarios de <st1:personname productid="la CIA" w:st="on">la CIA</st1:personname>
lo estaban buscando –dato confirmado por la especialista <i>titista</i> </span>Carmen Verlichak<span lang="ES-AR">–, limpió sus anteojos, tomó el precario bolso de piel de lampalagua que
le había regalado un Paye en pleno Chaco y se alistó en el convoy que partió
rumbo a la puna salteña para terminar la construcción del tren a Socompa.<o:p></o:p></span><br />
<span lang="ES-AR"><br /></span>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhOsNnYPuMQ4QGbRnHyGYy2RkkVb4mlOMzE2PrvJnEkvMcYMaf-2UXQMVINOM_jNmoETD6pxVIhjJ_gg82gSvLnrCD7wKInYuUk-kRpdybI_42dF93qobbYwcqkMC2ikog4GGpQbA11Pp2N/s1600/Cueva+partisana+de+Tito.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="217" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhOsNnYPuMQ4QGbRnHyGYy2RkkVb4mlOMzE2PrvJnEkvMcYMaf-2UXQMVINOM_jNmoETD6pxVIhjJ_gg82gSvLnrCD7wKInYuUk-kRpdybI_42dF93qobbYwcqkMC2ikog4GGpQbA11Pp2N/s320/Cueva+partisana+de+Tito.jpg" width="320" /></a></div>
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: x-small;"> Cueva partisana de Josip y sus aliados</span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormalCxSpLast" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-AR">Haciéndose llamar Walter, el Mariscal instaló
su rancho (construido a machete, adobe, paja y alambre dulce), en un paraje
desapercibido entre San Bernardo de las Zorras y Huasaciénaga, a orillas del
río Toro. Dicen que ya tomaba mate cebado, costumbre que había adquirido en el
Chaco, en las reuniones de táctica y estrategia con “Mate Cosido” y sus
compañeros. (Se sabe que le llamaba la atención ese tal Bairoletto.) En Salta,
rápidamente se hizo amigo de un carrero, don Panta Mamaní, y de Patrocinio
Aquino, un famoso domador de potros y adiestrador de llamas. Al principio se
veía una lumbre en su rancho hasta altas horas de la noche. Para Jovanka, su
novia croata, seguramente, pero también para sus amigos del Chaco y para los
obreros de Berisso escribía largas cartas, algunas directamente con formato de
ensayo o tratado político.<o:p></o:p></span><br />
<span lang="ES-AR"><br /></span>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh-i8Xh0zjQ9347KML7flRRm0tSQdG_v0r8eRF6wAZGWeUqRbhR7geFnX82qeGBY1PHlzCxdCjrDxG7M-QqshxC7CgEe4N52lVeoZFsdvoQbru5fDSRZOgvjCyN-kp-zefur161pqHID4g7/s1600/ceca-crvena-zvezda.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh-i8Xh0zjQ9347KML7flRRm0tSQdG_v0r8eRF6wAZGWeUqRbhR7geFnX82qeGBY1PHlzCxdCjrDxG7M-QqshxC7CgEe4N52lVeoZFsdvoQbru5fDSRZOgvjCyN-kp-zefur161pqHID4g7/s320/ceca-crvena-zvezda.jpg" width="320" /></a></div>
<span lang="ES-AR"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: x-small;"> Ultima foto de Jovanka hallada en un baúl en los talleres del Tren a las Nubes. Sin fecha.</span></span><br />
<span lang="ES-AR"><br /></span></div>
<div style="text-align: justify;">
<span lang="ES-AR">(</span>De
regreso de una misión en Chile, en los años ‘30 <span lang="ES-AR">–donde se habría conocido, coincidido y
trabajado arduamente con el Mariscal–, Juan Domingo Perón fue designado profesor
de “operaciones combinadas” –que habría diseñado con Tito– en <st1:personname productid="la Escuela Naval." w:st="on"><st1:personname productid="la Escuela" w:st="on">la Escuela</st1:personname> Naval.</st1:personname> Don Panta, el
mensajero de la historia, junto a un áspero vino patero, solía comentar, con el
rumor del río Toro detrás, que Josip, con el transcurso de los meses, fue
dejando de escribir a sus discípulos chaquenses y a Jovanka –en otro momento
contaré qué fue de la sexualidad de aquella hermosa morocha de ojos azules
agitanados– y aumentando el caudal epistolario con los anarquistas de Berisso,
pero sobre todo con “el Juancho”, como él lo llamaba. Si aguzamos el oído,
podremos detectar el estilo del Mariscal en los primeros discursos de Perón. </span>Incluso algunos
lingüistas sostienen que el capítulo “Trabajo: dignidad y naturaleza” de <st1:personname productid="la Doctrina Peronista" w:st="on"><st1:personname productid="la Doctrina" w:st="on">la <i>Doctrina</i></st1:personname><i> Peronista</i></st1:personname>
pertenecería íntegramente al estilo de la pluma del Mariscal Tito. De todos
modos, entre amigos, las coincidencias ideológica y literaria son simples
anécdotas. Aunque el tiempo <span lang="ES-AR">–“artilugio
del azar”, como lo llamaba Borges– se encargaría, luego, de limar asperezas o,
en fin, de esquizofrenizarlo todo; como se dice: barajar y dar de nuevo.
Resignificar.</span><br />
<span lang="ES-AR"><br /></span>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiUQwIVoVP-fbw8aqWCguv79Bh7eGewYZ_JBHuzHyKXemj9I2_cMCnsL_ig4-bJG1XoIpu8AvOcL6aLcJk3Brx1IeS5N2fwj4HDNH5WsDAbuBVdZxjwLQSHg1Wip8a3_7SkT-DzxlxgYohx/s1600/abraham+guillen.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiUQwIVoVP-fbw8aqWCguv79Bh7eGewYZ_JBHuzHyKXemj9I2_cMCnsL_ig4-bJG1XoIpu8AvOcL6aLcJk3Brx1IeS5N2fwj4HDNH5WsDAbuBVdZxjwLQSHg1Wip8a3_7SkT-DzxlxgYohx/s320/abraham+guillen.jpg" width="215" /></a></div>
<span lang="ES-AR"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: x-small;"> Abraham Guillén fue otro amigo de "Walter".</span></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-AR">Lo cierto es que desde 1921 el ingeniero
norteamericano Richard Fontaine Maury no podía superar el tráfico de queso,
charqui e higos hacia Chile a lomo de mula. Su frustración conoció la catarsis
cuando “Walter” Broz le presentó la fórmula SHAJUNIANZ:<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-AR">U q = a x (1 + (T)</span><span lang="ES-AR"> </span><sup>1/4</sup>)
x (1 + 0,012 x V<sup>1/2</sup>)<sup>2/3</sup> x p <sup>2/3</sup><span lang="ES-AR">, donde adicionalmente <b>a</b> es el coeficiente de 1,2 para vagones
y 1,13 para locomotoras, <b>T</b> es el
tráfico anual en millones de toneladas, y <b>V</b>
es la velocidad en km/h. <o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-AR">El asunto es que “el zíngaro Walter” (como lo
llamaba Fontaine) cambió el cálculo de rieles, durmientes y balasto, los esfuerzos
verticales y horizontales, el balanceo, la trepidación, el rebote, el galope,
el serpenteo y el vaivén. Sólo en una mañana le dio una clase magistral acerca
del “alma de los rieles” (con deslices de conceptos anarco-sindicalistas) y lo
convenció de traer los durmientes del Chaco (conseguidos baratos por su amigo
Segundo David Peralta) y con la prospección </span>[como buen gitano de los
Balcanes sabía leer el futuro] <span lang="ES-AR">de
que un joven amigo suyo llamado Juancho un día expropiaría el ferrocarril a los
ingleses e instalaría en el país un concepto nuevo: la justicia social. Eso no
le creyeron mucho y todos se rascaban la cabeza en la región atacameña.<o:p></o:p></span><br />
<span lang="ES-AR"><br /></span>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEio0sMWhi3XeA0jO-L0qnWmkvcRS7h6ZEzTsisB2HV__s430HobbWtxI2edQdAQvY2aMYkGli8aUxLUSpX9uMjz03SSUVUvr6-S5jdz3HYc_P0q8xscS3mW3muwH-uNq94E1fi2bq6-HG4S/s1600/tren-nubes-3.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="215" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEio0sMWhi3XeA0jO-L0qnWmkvcRS7h6ZEzTsisB2HV__s430HobbWtxI2edQdAQvY2aMYkGli8aUxLUSpX9uMjz03SSUVUvr6-S5jdz3HYc_P0q8xscS3mW3muwH-uNq94E1fi2bq6-HG4S/s320/tren-nubes-3.jpg" width="320" /></a> </div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgiRr4K1nZGW2h9B1J6-FkJWtQyeXcjBkqkr96IhK3a1jiXn_1G2t1_1_J6IYJhV-Ze1RxWwjlVqtGJ_hNXUtH8QxfPsAxR5Stnwb79iACZ8D4b1QLg_PZp9NXfsXZlMuJxS55jJ4BvjNae/s1600/Envar+El+Kadri.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgiRr4K1nZGW2h9B1J6-FkJWtQyeXcjBkqkr96IhK3a1jiXn_1G2t1_1_J6IYJhV-Ze1RxWwjlVqtGJ_hNXUtH8QxfPsAxR5Stnwb79iACZ8D4b1QLg_PZp9NXfsXZlMuJxS55jJ4BvjNae/s1600/Envar+El+Kadri.jpg" /></a></div>
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: x-small;"> Envar El Kadri también habría participado en la hechura del tren...</span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-AR">El ingeniero yanqui-franco-kunza Ricardo
Fontana Maury se rascó la barba incipiente y pelirroja y le hizo un ademán elocuente
con sus manos callosas traducido como “¡metalé, nomás, haga lo que sabe!”.
Nació así –luego de dejar para el recuerdo a la querida locomotora a vapor
1.300– la primera máquina del futuro “Tren a las Nubes” que el Mariscal
bautizara como “Coche-a-Motor”. Dicen los lingüistas que, luego, el tren “Estrella
del Norte” se habría llamado así en alusión a la estrella de cinco puntas de
liberación nacional que dejara impresa en los primeros codos del <i>Cochemotor</i> el Mariscal y que luego fuera
tomado por allegados al incipiente Ejército Revolucionario del Pueblo, cuando
todavía se llamaban “Uturuncos”, en el abra de Santa Laura, en el límite entre
Jujuy y Salta. (A este relato lo rescaté una tarde de mucho calor cuando hice
parar a un hombre en bicicleta para que me auxiliara, por la insolación, el
desconcierto y la superstición crecientes, en Santiago del Estero, por haberme
extraviado de la casa del pintor Guadalupe <i>Michi</i>
Aparicio, luego de un tremendo guiso de maíz; el viejito de la bicicleta era
“Uturungo Serravalle, el guerrillero de los valles” (el Comandante Puma, el que tomó la comisaría de Frías con una ametralladora de madera), que iba al mercado a hacer
unas compras; nos quedamos hablando largo rato de los quebrachos que ya no
había en Santiago, y elucubrando acerca de hacia dónde habrían emigrado
aquellos pájaros.)</span><br />
<span lang="ES-AR"><br /></span>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8ysUFOoHD6DSd8QPond0Ce71C7MEti2Pj3FcEFGcmC0jJtj_jeyCr5XLWyUl2x7aAqajbqFiJBQD5gn2S782TPvAPq77647nfOKK3sR6nU8dNJUafmaQJ_6aJojDZ_NiWju47qub-Db2Q/s1600/che-tito2.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="235" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8ysUFOoHD6DSd8QPond0Ce71C7MEti2Pj3FcEFGcmC0jJtj_jeyCr5XLWyUl2x7aAqajbqFiJBQD5gn2S782TPvAPq77647nfOKK3sR6nU8dNJUafmaQJ_6aJojDZ_NiWju47qub-Db2Q/s320/che-tito2.jpg" width="320" /></a></div>
<span lang="ES-AR"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: x-small;"> Tito con el Che. Lugar desconocido. Sin fecha.</span></span><br />
<span lang="ES-AR"><br /></span>
<span lang="ES-AR">(Aquí quiero hacer un paréntesis especial respecto de la
importancia de las palabras, según Foucault –o Sausurre, o Lacan, o Paolo Virno
también podría ser–: en Santiago del Estero al algarrobo no se lo llama
“algarrobo”, se le dice “árbol”. Según el esteta santiagueño Joshela Scrimini
–para lamento de Borges y Foucault–, es uno de los pocos, poquísimos casos en
que el genérico es más particular que el particular; artilugios y exquisiteces
de las rutas cuánticas que alcanza la oralidad en estado pleno.</span> [Este
dato podrá corroborarse en los archivos del “Nuevo Diario” de Santiago del
Estero, Argentina <span lang="ES-AR">–distintas
épocas–</span>, en la columna “El Zoco de <st1:personname productid="la Buri-buri" w:st="on">la Buri-buri</st1:personname>”, del
criptógrafo Jorge Rosenberg, o mejor de su propia voz <span lang="ES-AR">–como correspondería a un buen oralista
hedonista–, en algún bar céntrico; y, mejor aún, si haciendo una seña de “ñ”
con el ojo izquierdo cerrado y la comisura respectiva de la boca en elevación,
se diera con algún integrante de la ancestral logia críptica “Odio y Rencor”
que fundara el legendario poeta santiagueño Felipe Rojas.</span>]<span lang="ES-AR">)<o:p></o:p></span><br />
<span lang="ES-AR"><br /></span>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEibiQZTCO20VVJAOAGJx3Z-gr99ZzIlrO2w8mKk2CTyBTvVmB4Tq4ATryuED2Lg__Lv2DkkCzUsWK3T9q9XlOxwiySLdMyE1IfFOthCCy5JBRG81wWSXxYU581oM87DEhF_AIRZ90GAmiuw/s1600/uturuncos.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="223" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEibiQZTCO20VVJAOAGJx3Z-gr99ZzIlrO2w8mKk2CTyBTvVmB4Tq4ATryuED2Lg__Lv2DkkCzUsWK3T9q9XlOxwiySLdMyE1IfFOthCCy5JBRG81wWSXxYU581oM87DEhF_AIRZ90GAmiuw/s320/uturuncos.jpg" width="320" /></a></div>
<span lang="ES-AR"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: x-small;"> Ultima foto de los primeros Uturuncos. Sin fecha.</span></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-AR">Aquellas “tácticas desconocidas” que –según los
historiadores– le habrían permitido al Mariscal tomar el poder y unificar
Yugoslavia, enfrentar a los nazis, a los marxistas y a los yanquis al mismo
tiempo, es producto –sin lugar a dudas– de la mezcla teórico-práctica de
aquellas “operaciones combinadas” creadas con el joven Perón, las tácticas
montaraces esgrimidas con Mate Cosido y la “guerra sutil de guerrillas”
aprendida por Josip (también por fluido oralista) de un tal Martín Miguel de Güemes,
en el Valle del Sianca (noroeste argentino, Sudamérica). Aunque don Panta y la
señora que le curó el asma afirmaban que habrían presenciado los espasmos y
transmutaciones que sufría el Mariscal mientras leía poemas manuscritos de un
tal Paul Celan, que se los enviara en correspondencia clandestina minutos antes
de arrojarse al Sena. [Los metamensajistas podrán –es debido– decodificar el códice
que, a propósito, habría conservado hasta su ¿muerte? Jesús Ramón Vera.]<o:p></o:p></span></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-AR">Dicen que, mucho tiempo después, luego de una
actuación en Belgrado, Roger Waters se le arrodilló, le tomó la mano y le
dedicó “Wish you were here” (canción que le habría sido escrita ad hoc [verificar
la letra]). Los testigos que estuvieron más cerca de ese histórico encuentro
afirman que Waters le susurró al oído y le agradeció (¡por anticipado, por supuesto!)
por la caída de <st1:personname productid="la Cortina" w:st="on">la Cortina</st1:personname>
de Hierro. Años después le habría dedicado “The Wall”. En tanto, el Mariscal le
habría presentado las quejas porque la luna no tiene lado oscuro, pero le
habría perdonado porque en la soledad de su despacho, en el piano de cola fabricado
por él mismo y traído desde Salta, practicaba todos los días un poco de “Brilla
tú diamante loco” y “Sapo cancionero” (respecto de este tema, hay varios musicólogos,
como Radek Sánchez, que, después de muchos años de investigación, llegaron a la
conclusión de que la autoría de esa zamba pertenece íntegramente al Mariscal
Josip Broz –o Brozovich– Tito, compuesta en las nostálgicas caminatas del carnívoro
guerrillero por <st1:personname productid="la Quebrada" w:st="on">la Quebrada</st1:personname>
del Toro en primavera, pero que se la regalara a un jinete que pasaba rumbo a
Chile porque en Yugoslavia no hay SADAIC. Incluso, si atendemos bien la letra: <i>¿no sabes acaso que la luna es fría / porque
dio su sangre para las estrellas, </i>podemos concluir que en estos versos –más
allá de su contenido subversivo– se vislumbra el singular estilo sutil, ingenioso,
elevado, de nuestro Mariscal, que además, como sabemos, tocaba a la perfección
el piano (se habría construido uno él mismo con madera de cardón) y hablaba
varios idiomas –incluido el kunza, el quechua y el cacano, que aprendió, según
se sabe, en los primeros seis meses cuando descansaba los domingos en Santa
Rosa de Tastil–. Algunos oralistas coinciden con ciertos psico-urbanistas en encontrar
coincidencias entre el trazado de la ancestral ciudad tastileña y la nueva Yugoslavia
de los años 70: ecléctica y tan proyectada a futuro que no fue entendida, ya
que guardaba, entre sus diseños y trazos el concepto de socialismo democrático
o capitalismo humanizado (que aún hoy no ha sido comprendido por la humanidad
toda) del Gran Mariscal Tito, que seguramente debe haber sido efecto de
advección estético-filosófica producto de su paso por la región de la inconmensurable
nación Atacameña o Kunza, en la región del volcán Llullaillaco.<o:p></o:p></span><br />
<span lang="ES-AR"><br /></span>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjbPRok1KpCR55O_DxMxJMuQVPF_StzefR1yFGvmO-gHelb9a36l2e6S7AUhpT_SaLBZrQPBqTdOLwJmxskEkia1AoWeXlA-WwNTmKets8RlPquGGYQiNBw5JbA1zw-NIaPS5pKcBv02UdJ/s1600/pink-floyd-the-wall-02.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="148" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjbPRok1KpCR55O_DxMxJMuQVPF_StzefR1yFGvmO-gHelb9a36l2e6S7AUhpT_SaLBZrQPBqTdOLwJmxskEkia1AoWeXlA-WwNTmKets8RlPquGGYQiNBw5JbA1zw-NIaPS5pKcBv02UdJ/s320/pink-floyd-the-wall-02.jpg" width="320" /></a></div>
<span lang="ES-AR"><br /></span>
Nuestros oralistas –que cada vez son más–
sostienen que allí acuñó la frase: “<i>aspiro
a una sociedad donde se garanticen la liberación y la dignidad del trabajo, el
pleno desarrollo de la personalidad humana”</i>, ascesis que lo condujo y lo
sostendrá –por siempre jamás– en la más absoluta gloria.</div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<br /></div>
<br />
<div class="MsoNormalCxSpMiddle" style="text-align: justify;">
<span lang="ES-AR">Alejandro Carrizo<o:p></o:p></span></div>
alejandro carrizohttp://www.blogger.com/profile/09020934781798298334noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-676043521598833132.post-62672255731388064832012-08-04T15:35:00.001-07:002013-06-27T05:32:16.100-07:00<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
<br />
<strong><span style="color: red; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: large;">La leyenda de la Rusa María</span></strong><br />
<div dir="ltr">
<span style="font-size: large;">por <strong><em><span style="color: #38761d;">Osvaldo Soriano</span></em></strong></span><br />
<br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span>
<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiiVx_Bwc8YolisQCwQH8etoCU0zgFnSUzLNXbvTQ-t2O1MmoS_rkI5c5Lu_ZtLgvzmJ3icNIj-BNPn37MyHmwSbSVcajzZlQ-3LsJekiInNUaZBtKqyQ6W6JiyMMrLaSvigtogcD7t_SsZ/s515/osvaldo-soriano-2.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiiVx_Bwc8YolisQCwQH8etoCU0zgFnSUzLNXbvTQ-t2O1MmoS_rkI5c5Lu_ZtLgvzmJ3icNIj-BNPn37MyHmwSbSVcajzZlQ-3LsJekiInNUaZBtKqyQ6W6JiyMMrLaSvigtogcD7t_SsZ/s320/osvaldo-soriano-2.jpg" width="217" /></a></div>
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span>
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span>
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Nunca fue el hampa, aunque muchos se empeñen en contar leyendas de guapos y compadritos. Era, apenas, un bajo fondo donde recalaron maleantes y cafishios, en la penumbra de los prostíbulos y de las decrépitas pensiones. Hay que contar medio siglo de pasiones simples, recorrido por mujeres ajadas, sin esperanzas -ni deseos- de redención; por hombres valientes y mentecatos oportunistas que se acercaron a disputar los favores de las madamas. Y pocos son los que quieren hablar. Las lenguas no tienen memoria: nunca fue el hampa, pero el código del silencio todavía se respeta en el barrio bajo de Salta, como si contar su pasado fuera una manera de delación, a pesar de que </span><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">los años han aprisionado la realidad y sólo se filtra -inexacta, contradictoria- la leyenda.</span><br />
<br />
<span style="color: red; font-family: Arial;"><strong>Buenos Aires</strong></span><br />
<span style="font-family: Arial;">Fueron las primeras en abandonar la aduana; es que una sola valija sobraba para guardar unas pocas prendas, todo lo que Marìa y Sara Grynsztein traían a América. Más de veinte días en el mar, durmiendo a bordo del vapor "Victoria" en camarotes de segunda, aumentaron la ambición de María y la esperanza de Sara. Esta quería casarse, ser feliz lejos de Polonia; su hermana no se conformaba con tan poco. Sivila y Abraham, un matrimonio de judíos ortodoxos, se quedaron en Varsovia; ya estaban viejos para emprender aventuras y una ambigua inquietud los invadió cuando sus dos hijas decidieron alejarse. María tenía entonces 25 años, Sara dos menos.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"><br /></span>
<span style="font-family: Arial;">Era el 19 de enero de 1922 y, por el momento, sólo les preocupaba encontrar una pensión y comprar una botella de vino. Al día siguiente festejarían el cumpleaños de María las dos solas, chocando los vasos para invocar, ante todo, la salud.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"><br /></span>
<span style="font-family: Arial;">Eran hermanas, pero no inseparables. Eso lo sabía -no sin cierto dolor- la callada Sara. Se hace imposible, casi cincuenta años después, seguir minuciosamente los pasos de ambas, pero tal vez fueran aprendiendo el castellano de a poco, mientras se empleaban como sirvientas en esos hogares de clase media que habían seguido a Yrigoyen y que ahora se disponían a optar por una imagen menos popular, pero más refinada: la de Marcelo T. de Alvear. Por fin, Sara se puso de novia, se casó y fue a vivir a un departamento de la calle Tucumán 1335; María -frustrada en varios amores pasajeros- decidió aventurarse a tierras del interior.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"><br /></span>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiR1MRn8AASEg7sTI0XyVhpB1bm68MjvLBxcF0XqFayojQDZmFe3CmS2pXQCrXGLkDzfha6VI_qtH9z_AAkIGQ_NSqY3ca71UaxI0y2G_ZuYX1YjrAgykEa9dPGZN8vZXqrNGRLwoCmO3dI/s192/erotica+1.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiR1MRn8AASEg7sTI0XyVhpB1bm68MjvLBxcF0XqFayojQDZmFe3CmS2pXQCrXGLkDzfha6VI_qtH9z_AAkIGQ_NSqY3ca71UaxI0y2G_ZuYX1YjrAgykEa9dPGZN8vZXqrNGRLwoCmO3dI/s192/erotica+1.jpg" /></a></div>
<span style="font-family: Arial;"><br /></span>
<span style="font-family: Arial;"><br /></span>
<span style="font-family: Arial;">Hacia 1927 (los últimos días de otoño, aseguran algunos memoriosos) se apeó en un tren que la llevó a Mendoza. No sabía bien qué hacer, pero le habían dicho que la provincia cuyana era una panacea que los conservadores conducían muy bien. Y lo que es mejor, dejaban vivir.</span><br />
<br />
<span style="color: red; font-family: Arial;"><strong>Mendoza</strong></span><br />
<span style="font-family: Arial;">No estaba muy orgullosa de lo hecho hasta entonces, pero se tenía confianza. A los 31 años no era mal parecida: un metro setenta y dos de estatura, ojos marrón oscuro, cabello castaño, una figura bien proporcionada ("rellena", recuerdan algunos) y, lo más importante, nadie le concedería más de 25 años. Había tenido amores tumultuosos, como en las novelas radiales, pero nunca fue la heroína sino esa clase de villana que rompe matrimonios, degrada hombres; una mujer fatal, al fin.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"><br /></span>
<span style="font-family: Arial;">Ella sabía todo eso y decidió jugar su chance. Una vieja meretriz mendocina la invitó a tomar el té muchas veces. Le contó que hay manera de ganar dinero y retirarse a tiempo; le dijo también que Mendoza era un campo de batalla del que podía salir victoriosa para iniciar luego otra vida mejor pero con dinero, para que nadie le dijera villana; ella podía ser más tarde la que levantara los ojos, altiva, permitiéndose despreciar. No lo pensó más: cuando llegó el invierno tuvo una habitación con una cama de dos plazas, un gran espejo, una fuente de agua con desinfectante. Vestía un pulover ajustado y pollera muy corta, bajo la cual asomaban los muslos blancos. Gustaba pintarrajearse porque "eso excita a los hombres", y había perdido la poca paciencia que le quedaba.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"><br /></span>
<span style="font-family: Arial;">Media docena de clientes la visitaban cada día; era necesario disponer de diez pesos para hacerla trabajar. Cuando llegaba la madrugada, en el cajón de su mesa de luz había sesenta pesos; la vieja pasaba a retirar los treinta que le correspondían y cuando los guardaba sonreía, siempre sonreía con esos labios finos, sucios de rojo carmesí, y las orejas que le enmarcaban la mirada. María empezó a odiarla.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"><br /></span>
<span style="font-family: Arial;">Una mañana -el día anterior habían cobrado los empleados- pudo contar 140 pesos. Estaba agotada: le dolían los riñones, las piernas, y había vomitado un líquido gris. Cuando llegó la madama a buscar su parte, María le mintió: "Hice 80 pesos", dijo. "No puede ser; ninguna hizo menos de 120", protestó la vieja. Discutieron, y María la vio retirarse temblando de furia. Creyó haber ganado; todavía era ingenua. En quince minutos la meretriz regresó acompañada de un muchachón que calaba sombrero echado sobre la frente, un traje negro muy sucio y el pecho descubierto por la camisa desprendida. La dejaron tirada, sangrando por la nariz y la boca; vomitaba otra vez: "¡Váyase al c...!" les gritó, y los puños se le lastimaron de tanto golpear en el suelo.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"><br /></span>
<span style="font-family: Arial;">Hacía seis meses que estaba en Mendoza; comenzó entonces a trabajar por su cuenta, pero la amenazaron. Por un año y medio su historia se torna confusa, es difícil hallar a alguien que recuerde qué hizo. Se sabe, sí, que un amigo le habló de Salta, donde la oligarquía lugareña toleraba los prostíbulos y hasta los fomentaba. En 1929 hizo las valijas, que ya eran tres, guardó el dinero dentro del corpiño y se fue.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"><br /></span>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8McRn98y4yaXSd2rcofq7_xAGdDBy86x04JYmSBPwRtDgmAFmCWaISk5GdxRR52zkTDiHUU2aFiwTe0IQL7-GqXV-XsGdLvGkQTXkR6lZdq0j1VHJ2LjuvznieFSPWe5aEY-68_KB0Nk3/s500/la+criada+Modigliani.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8McRn98y4yaXSd2rcofq7_xAGdDBy86x04JYmSBPwRtDgmAFmCWaISk5GdxRR52zkTDiHUU2aFiwTe0IQL7-GqXV-XsGdLvGkQTXkR6lZdq0j1VHJ2LjuvznieFSPWe5aEY-68_KB0Nk3/s320/la+criada+Modigliani.jpg" width="235" /></a></div>
<span style="font-family: Arial;"><br /></span>
<span style="font-family: Arial;"><br /></span>
<br />
<span style="color: red; font-family: Arial;"><strong>Salta</strong></span><br />
<span style="font-family: Arial;">Las casas se dispersan por la calle Córdoba, algunas ganan Tucumán, Dean Funes y Catamarca. En el mismo lugar, hoy todo es diferente porque los cafishios que anidaban allí a comienzos de la década del ´30 ya no pueden acercarse, celosamente vigilados por los policías. Cuando llegó María, la pobreza era común a todas las mujeres de vida fácil. Reinaba por entonces una muchacha bonita que acaparaba el interés de los hombros. Era la mejor, sin duda, y aún hoy, ya sesentona, conserva su apodo: <strong><em>Cama e´bronce</em></strong>. Cuando los habitués la motejaron así, tenían sus razones. Todas sus colegas se conformaban con trabajar sobre catres de madera, cubiertos por frazadas agujereadas y quemadas por cigarrillos. Ella, en cambio, había invertido bien: lucía en su habitación una lujosa cama de bronce que entusiasmaba a los clientes.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"><br /></span>
<span style="font-family: Arial;">María Grynsztein consiguió su primera amiga: la Guillermina, que la encauzó en el oficio. Antes (nadie sabe cuándo exactamente) se había casado con un hombre maduro, de apellido Lerner, dueño de un almacén de Córdoba y Tucumán. Quienes lo conocieron dicen que fue un hombre honesto, tranquilo, que disimulaba las actividades de su esposa. Ella trabajaba en una casa lindera; se había teñido el pelo y las cejas de rubio y comenzaba a coquetear con los mandarines locales. Al morir el marido, heredó la despensa; pero ella tenía pensados otros negocios más remunerativos: convenció a la Guillermina para que le vendiera el salón vecino, derribó la pared que lo dividía del antiguo almacén y montó el primer salón de señoritas. Tal vez como homenaje al lugar de su iniciación, lo inscribió con el nombre de <strong><em>El Mendocino</em></strong>, aunque sus clientes lo rebautizaron inmediatamente como <strong><em>El Chileno</em></strong>, por la presencia de una madama de dudoso origen. Contaba, al principio, con siete alegres chicas que había traído desde Tucumán, Córdoba y Mendoza. Sabía elegirlas; se cuenta que ella, personalmente, las sometía a un riguroso examen físico, aunque no se conformaba sólo con eso. Un hombre de confianza las exigía al máximo para saber hasta qué punto conocían su oficio. Muchas quedaban descartadas ante la atenta mirada de María. Desde entonces los clientes, engañados por su acento extranjero, en el que arrastraba las erres y cambiaba las ees por íes, le agregaron un apodo a su nombre de pila. Desde entonces se la conoció en el ambiente por <strong><em>La Rusa María</em></strong>.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"><br /></span>
<span style="font-family: Arial;">Rápidamente el cabaret se hizo popular y tanto los salteños como los forasteros acudían a él para obtener un rato de placer. "Si no les gustaba lo que tenía, ella conseguía otras chicas", recordó un viejo habitué, ahora conductor de taxi. También citaba homosexuales, una tarea más delicada que requería prudencia y silencio. Hacia 1933, una de sus pupilas disputa con un cliente y escapa a la calle completamente desnuda; la Rusa sale detrás de ella y un vigilante que atraviesa una esquina la lleva presa. Fue su primera contravención, y en el prontuario policial está anotada la multa que le cobraron: quince pesos, moneda nacional.</span><br />
<span style="font-family: Arial;">La fama de esa mujer ambiciosa, aunque leal (según recuerdan las que fueron sus empleadas), trascendió más allá de Salta. Tuvo contacto con madamas que conseguían muchachas deseosas de ganar una buena cantidad de dinero por sus propios medios, y les exigió ante todo capacidad y conducta comercial. El negocio se fue agrandando: autorizada la prostitución en la provincia, la Rusa decidió abrir sucursales. Así nació <strong><em>El Globo</em></strong>, tal vez uno de los más lujosos salones de la época en todo el país. Allí hicieron sus primeras armas decepcionadas maestras y fatigadas costureras. En el hall de espera era posible tomar un buen whisky -o cerveza, si el calor apretaba-, charlar con una de las quince chicas y hasta echarles una mano encima sin cargo. Eso sí, cuando una habitación quedaba desocupada, la Rusa se ponía seria y gritaba: "¡Bueno, muchachos, vamos, a cortarse el pelo!".</span><br />
<span style="font-family: Arial;"><br /></span>
<span style="font-family: Arial;">Ser el preferido, el amante de una meretriz, es el sueño de todo rufián. Hace treinta años, Salta no era una excepción: las más célebres mujeres del barrio bajo -Cristina Reggi, Regina Ocampo, la Olla e´Barro- tenían el suyo, exclusivo, intransferible. El hombre obtenía de su mujer todo lo que deseaba pero debía resignar los favores de otras chicas; por fin, alguna vez la tentación ganaba; entonces lo encontraban agujereado a balazos, o con un cuchillo olvidado dentro de su espalda.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"><br /></span>
<span style="font-family: Arial;"><strong><em>Melena Contreras</em></strong> llegó desde un pueblito del interior salteño. Iba a la capital para cumplir el servicio militar. Estaba solo y hasta parecía tímido. De vez en cuando merodeaba el bajo, miraba un rato a las chicas y se iba sin probar. Bastó que <strong><em>La Porota</em></strong> (una madama cincuentona) le pusiera los ojos encima para que el Víctor -el marido- y Hugo -el hijo- no le perdieran pisada. Lo que vieron entonces los hizo sospechar; el Melena comenzaba a derrochar dinero, a salir con mujeres; vestía ropas caras cuando colgaba la chaquetilla militar y, lo que es peor, frecuentaba el negocio de La Porota. No fueron precisas otras evidencias para Víctor y Hugo: una madrugada, Contreras apareció a orillas del río Arenales, echando sangre por cuatro agujeros. "Ni se quejaba; me acuerdo bien que el asunto se comentó mucho. ¡Era de fierro el chico!", entonó un abogado, a modo de responso.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"><br /></span>
<span style="font-family: Arial;">Pero al Melena lo salvaron en el hospital y desde entonces fue, sin discusión, el amante de La Porota. Además de valiente, los memoriosos dicen que era "algo engreído", aunque quizás no sea ése el adjetivo que merecía. Los sábados por la noche, cuando al cine Victoria -el mejor cine de Salta en la época- iban los más circunspectos miembros de la burguesía, se aparecía vestido de smoking, chupando suave (desafiante) una larga boquilla. En cada brazo arrastraba una mujer (nunca exhibía a dos con el mismo color de pelo), rigurosamente vestida de fiesta. Reían, hacía hirientes comentarios en voz alta, pero nadie se animaba a molestarlos; Contreras ya era un personajes conocido pero -curiosa actitud en el ambiente- nunca quiso amistad con los mandarines lugareños.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"><br /></span>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjMtJm4yADMJO0V2oDg9NIzgT4yAOWFAXukkYiEcTEnQwZp6GPEgg_Vzof6mMdFRptOT71YcEMou-ZbU_nIWGTO3raAlmVNPP2Peu3w3CG5a2nFlK16W9VGBz5dDV7o92zgjFeBQgJ2nRn4/s500/la+criada+S%C3%ADvori.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="179" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjMtJm4yADMJO0V2oDg9NIzgT4yAOWFAXukkYiEcTEnQwZp6GPEgg_Vzof6mMdFRptOT71YcEMou-ZbU_nIWGTO3raAlmVNPP2Peu3w3CG5a2nFlK16W9VGBz5dDV7o92zgjFeBQgJ2nRn4/s320/la+criada+S%C3%ADvori.jpg" width="320" /></a></div>
<span style="font-family: Arial;"><br /></span>
<br />
<span style="color: red; font-family: Arial;"><strong>Unión y fuerza</strong></span><br />
<span style="font-family: Arial;">"Vos no te metás con la gente importante. Ellos son los que mandan, y si andás bien no vas a tener problemas." El consejo partía de La Rusa María, y ella supo lo que decía. Devota del Partido Conservador, sus salones mezclaban el amor con la política en vísperas de elecciones. Se cuenta que entregaba una buena cantidad de pesos para financiar parte de la campaña del partido y su influencia en las altas esferas era tal que nadie se atrevía a incomodarla. Parece cierto: el prontuario policial de María Grynsztein registra, hasta su muerte, sólo doce sumarios menores, ninguno se refiere a la traba de blancas ni al tráfico de drogas. En cambio hay concedidos varios certificados de buena conducta y ocho permisos para viajar al exterior.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"><br /></span>
<span style="font-family: Arial;">Al finalizar la década del ´30 La Rusa tenía prestigio, cuarenta y cuatro años y un amante nuevo: Miguel, a quien más tarde asesinaron en Tucumán. Luego de los lamentos, decidió mudarse y compró el <strong><em>Armenonville</em></strong>, un cabaret situado en la calle Córdoba entre Tucumán y La Rioja, apenas a unos metros de El Mendocino. Por su vida pasó entonce un empleado ferroviario muy joven y celoso para los negocios; pero al año de conocerlo lo echó, y él, prudente, no volvió a meterse en su vida.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"><br /></span>
<span style="font-family: Arial;">En la época de oro para el bajo fondo salteño, no pasaba noche sin escándalo, y ella -ya alejada del trabajo- se había convertido en empresaria de por lo menos cinco salones. Hombres populares de todo el país se acercaban a los tugurios para admirar esa tierra caliente en la que mandaba una sola mujer. Llegó la década del cincuenta y los amantes de La Rusa siguieron muriendo misteriosamente. Ella se dejó fascinar por el lujo y en 1953 levantó otro salón, <strong><em>Las Vegas</em></strong>, detrás del que instaló su propia casa, revestida de un lujo deslumbrador.</span><br />
<br />
<span style="color: red; font-family: Arial;"><strong>El derrumbe</strong></span><br />
<span style="font-family: Arial;">El último acontecimiento de importancia en la vida de María sucede hacia 1962. Por entonces ella declaraba no tener parientes y hasta olvidó a Sara, cuyo rastro se perdió en Buenos Aires; su enorme fortuna no tenía -al parecer- herederos. Marcos Isaías Espeche, su segundo marido, había muerto.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"><br /></span>
<span style="font-family: Arial;">A la caída de Arturo Frondizi, la gobernación de Salta fue confiada a Félix Remy Solá, un moralista que aborrecía la prostitución. Solá no tuvo mejor idea que clausurar la actividad del barrio bajo, y para ello apló a varios policías dispuestos a jugarse. No hizo caso a las explicaciones de La Rusa: "Yo cumplo una verdadera función social -alegó ella-; ¿qué sería de la juvetud si yo no cuidara su futuro? ¿Le gustaría a usted ver a su hijo convertido en un homosexual?". Todo fue inútil: la calle Córdoba se convulsionó primero, comenzó a vaciarse después, pero una enconada resistencia (casi de guerrilla) empezó a florecer entre las despreciadas mujeres. Las primeras intervenciones policiales fueron repelidas por las meretrices, prolijamente desnudas, con fuentes llenas de agua y desinfectante. Este recurso fue uno de los más difundidos: no era posible desalojar a las mujeres y exhibir sus atributos a los vecinos sin cometer una infracción que no se permitía entonces la policía. Así se entablaban revolcones y corridas hasta cubrirlas con frazadas o chaquetillas de los propios agentes. Una noche, luego de librada la batalla, cuando la policía se retiraba del Armenonville, un agente escuchó un ruido sospechoso dentro del ropero. Cuando abrió encontró a un hombre desnudo que se apretaba contra el fondo. "¿Qué hace usted aquí?", inquirió el funcionario. "¡Espero el ómnibus!", se burló el refugiado. También fue preso, pero aún se lo recuerda. "Era tan gracioso -contó un oficial de la policía- que nos caíamos al suelo de risa escuchando sus cuentos."</span><br />
<span style="font-family: Arial;"><br /></span>
<span style="font-family: Arial;">Menos gracioso fue lo que sucedió cuando allanaron la manzana en la que se hacían fuerte las prostitutas. Un centenar de vigilantes invadieron sus casas y las encontraron insólitamente vacías. Afuera llovía torrencialmente y el comisario advirtió que algún colaborador había sido infidente. Ordenó la retirada luego de una hora de intensa búsqueda. Al día siguiente regresó con todos sus efectivos y otra vez fue inútil: las mujeres estaban en cama -solas-, con las narices enrojecidas por la gripe. La noche anterior se habían refugiado en los techos, mientras la lluvia las bañaba, implacable.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"><br /></span>
<span style="font-family: Arial;">Otra noche un cura fue sorprendido con una de ellas. Frente al funcionario policial que le enrostraba su falta de sensibilidad cristiana, el sacerdote se justificó: "Estoy aquí brindando a estas hijas de Dios mi apoyo moral ante el atropello". Cuando se vistió, lo dejaron ir.</span><br />
<span style="font-family: Arial;">Al finalizar Remy Solá su gestión la calma volvió al bajo. Pero el derrumbe había comenzado. La Rusa María se sentía enferma y pasaba las noches quejándose de fuertes dolores en el hígado. Alfredo, su último amante, la atendía son solicitud y trataba de obtener el traspaso legal de algunos de los bienes previendo un desenlace fatal. Una noche, en un tiroteo, el joven cayó herido por un balazo. Agonizante, lo llevaron al hospital, y allí La Rusa, enternecida, le regaló algunas de sus cosas; mientras, derrochaba dinero en especialistas y enfermeras. Alfredo se curó y despreció a la anciana amante. En 1963 ella tenía 67 años y estaba vencida. En agosto enfermó gravemente y el 27 de setiembre muriò en el Instituto Médico de Salta, mientras los médicos intentaban una cirugía. Su corazón, resentido por tanto trajín, no toleró la anestesia.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"><br /></span>
<span style="font-family: Arial;">Nadie encontró un peso en su casa. Todas las pupilas del bajo fondo tuvieron que aportar una noche de trabajo para comprar el ataúd y pagar el sepelio. Cuando el breve cortejo la acompañó hasta el cementerio judío apareció un nuevo inconveniente: las autoridades se negaron a que esa mujer fuera inhumada en tierras de su propiedad. Luego de amargas discusiones ante el féretro, éste fue conducido a pulso hasta el campo cristiano; allí las beatas de la sociedad se interpusieron y le negaron derecho a descansar junto a los muertos ilustres. Hubo que pedir amparo judicial para poder dejar el cadáver bajo la tierra.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"><br /></span>
<span style="font-family: Arial;">Nadie sabe quién heredó las últimas propiedades y la escasa cuenta bancaria que dejó. Algunos dicen que un sobrino llegó desde Buenos Aires, cobró y se fue. Otros aseguran que los últimos mantenidos se quedaron con todo. Quienes estuvieron directamente vinculados con el affaire prefirieron el silencio. Rosa, una de las pupilas preferidas, dijo a Panorama: "No se meta en esto, no vale la pena, la señora María fue única; confórmese con saber eso". Un mes atrás, despechada al enterarse de que se amante se disponía a abandonarla, una meretriz llamada Elsa, que trabajaba en la whiskería de Zabala 394, acusó a un abogado salteño de estar complicado en el tráfico de drogas. Elsa se convirtió en una soplona y pocos le dirigen ahora la palabra.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"><br /></span>
<span style="font-family: Arial;">Es que había quebrado ese código que La Rusa María cultivó durante su reinado en el bajo. El silencio, para ella, era una forma de la dignidad. También una ética inquebrantable.</span><br />
<br />
<span style="font-family: Arial; font-size: x-small;"><em>Revista El Duende, Jujuy, Año V, Nº 32, 1997</em></span><br />
<span style="font-family: Arial; font-size: x-small;"><em><br /></em></span></div>
alejandro carrizohttp://www.blogger.com/profile/09020934781798298334noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-676043521598833132.post-77038676371596780592012-07-24T07:45:00.005-07:002012-07-24T07:45:53.306-07:00<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjwvpCLNT_O9_WnFHTo-y2MyjHzfAIvzeKDgsJUSs58Tu1FuT41z_m58PfsHeCQiF4xoB7MyoxegB-CO3JWlmnWtKsnrwdtHD6chnOrDnc59_oR7TA3O7hzZKZ0CJUiSLwnpkEDiQCpJ-KD/s1600/DSC01439.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjwvpCLNT_O9_WnFHTo-y2MyjHzfAIvzeKDgsJUSs58Tu1FuT41z_m58PfsHeCQiF4xoB7MyoxegB-CO3JWlmnWtKsnrwdtHD6chnOrDnc59_oR7TA3O7hzZKZ0CJUiSLwnpkEDiQCpJ-KD/s320/DSC01439.JPG" width="320" /></a></div>
<br />
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 16pt; line-height: 115%;">GUADALUPE MICHI APARICIO, </span><i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 16pt; line-height: 115%;">el
hombre pintado<o:p></o:p></span></i></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12pt; line-height: 115%;">por Alejandro Carrizo</span></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12pt; line-height: 115%;">Es muy difícil hablar de algo tan cercano. El
alejamiento permite cierta objetividad, una mirada más integral. Escribir algo
sobre el Michi es como escribir sobre mí mismo. Me da un poco de vergüenza.
Creo que no podré nunca hablar sólo de su pintura. Su obra plástica –al menos a
mí me parece– no existe sin su historia de vida. Sus cuadros van acompañados de
un entorno de anécdotas, vivencias y excentricidades cotidianas. Sí –si el
oxímoron lo permite–, su vida estuvo hecha de grandilocuencias minimalistas, o
viceversa. Una vida límpida, como sus cuadros; obras intensas, como su vida.
Que, además, nunca fue su vida, sino “sus” vidas, con Irene, que en realidad
era una sola vida. </span></div>
<a name='more'></a>¡Y qué vida! En 50 años nunca se separaron un solo día
(perdón, sí una vez que Irene se fue de Jujuy a Buenos Aires a ver sus nietos y
cuando volvió nos retó a los dos porque habíamos volcado vino en toda la casa,
en Los Perales, al fondo). Nunca se separaron, ni de mañana ni de tarde, ¡ni de
noche! Irene no sólo “aguantaba” al Michi y a sus amigos, sino que al otro día
se levantaba y pintaba el desastre que habían hecho: un hermoso cuadro de ella
era una mesa manchada de vino, con tazas y vasos de distintos colores. Es
decir, tanto el Michi como Irene pintaban la vida, porque la vida los había
pintado a ellos.<o:p></o:p><br />
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12pt; line-height: 115%;">Las casas; las casas de los amigos ya no eran las
mismas después que pasaba el Michi. En alguna pared, en algún rincón, había una
intervención del Michi, con pintura, con ceniza, con vino, con carbón, con
pomada para los zapatos, o con lo que tuviera a mano. Una de las últimas veces
que estuvimos juntos fue en Yavi, y ahí lo vi aprovechar las grietas de las
paredes de adobe de la casa para mandarse un mural y hacernos llorar a todos
(lo tengo documentado en video). Niño sabio, niño índigo, niño rebelde,
gozante, una vez me dijo “Yo vine al mundo a admirar la obra de las personas”.
Tomó la parte más dura del mundo, las piedras, las pasó por su corazón y luego
las pintó. Las piedras ya no son las mismas, el mundo tampoco. ¡Lo vi pintar
tantas veces! Era todo tan sencillo para él, tan lúdico, su niño nunca lo
abandonó. Lo vi regalar pinturas, lo vi entregar lo mejor de él. Y muchas veces
me pregunté si era real, o sólo un deseo utópico ficcionalizado. Era (es) un
niño asombrado: una vez llegó corriendo y me dijo “¡vení, apurate, vamos a la
esquina a verlo a Groppa, que está mirando!”. Y Néstor Groppa, su gran amigo y
admirado, estaba mirando los techos de Jujuy para luego escribirlos. Él, sin
querer, ya estaba pintando todo eso. Sí, todo lo pintaba. Nunca trabajó de otra
cosa; vivió de y para la pintura (junto a Irene, claro). Aunque siempre cuenta
la anécdota de cuando yo era director de cultura y le ofrecí un trabajo; me
pidió unos minutos, salió a la vereda y volvió transpirando y me dijo:
“Disculpame, de ninguna manera voy a aceptar, nadie logró hacerme trabajar en
esta vida”. Claro, él entendía la vida del pintor como un juego, no como un
trabajo. Y trabajaba todo el día, pintaba muchísimo, por eso le sobraban obras
para regalar, exponer, mandar a distintos lugares. Si se rompía una tela decía:
“no importa, ya haremos otra”.<o:p></o:p></span></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12pt; line-height: 115%;">Tenía muchos amigos “famosos”, en distintos rubros:
arte, literatura, política, economía, etc. Pero cuando se juntaba con ellos
(generalmente en su casa), el Michi era el asador, el mozo y el que contaba
cuentos; nunca fue un personajes soberbio, para nada. Nunca conocí a nadie que
cultivase con mayor autenticidad la risa.<o:p></o:p></span></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12pt; line-height: 115%;">El que pasa por la vida del Michi Aparicio, se
vuelve otra persona. (Esto que pongo entre paréntesis por favor, amigo lector,
no lo comente con nadie, que quede como un secreto entre nosotros: el Michi es
un ángel que vino a hermosear el mundo, y creo que ni él lo sabe.)<o:p></o:p></span></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 10pt;">
<span style="font-family: "Times New Roman","serif"; font-size: 12pt; line-height: 115%;">Bueno, no puedo seguir porque lo extraño demasiado y
tal vez me ponga a llorar. Si alguien lo viera por ahí, haciendo sus tropelías,
pintando del mundo, me le da un fuerte abrazo no sólo de mi parte, sino de
todos los que amamos el arte.<o:p></o:p></span></div>alejandro carrizohttp://www.blogger.com/profile/09020934781798298334noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-676043521598833132.post-11374077245105083602012-01-19T05:09:00.000-08:002012-01-19T05:09:42.057-08:00<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgzaM10fl2CTqlenB9PQJ-3zMh52uMcQa1bil1S34m20xhRt0zu_RF6NAHk2A-pMk6RJVrxU4lhmx8cVZtcdTMXBPi-To-8rs23i1aubqmV44BoMVQgqdZiIDevh-pRydZOsh5pzydw3Sso/s1600/C+Boccanera.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgzaM10fl2CTqlenB9PQJ-3zMh52uMcQa1bil1S34m20xhRt0zu_RF6NAHk2A-pMk6RJVrxU4lhmx8cVZtcdTMXBPi-To-8rs23i1aubqmV44BoMVQgqdZiIDevh-pRydZOsh5pzydw3Sso/s320/C+Boccanera.jpg" width="320" /></a></div>
<div>
<br /></div>
Con Jorge Boccanera, Yavi, Jujuy, 2009<br />alejandro carrizohttp://www.blogger.com/profile/09020934781798298334noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-676043521598833132.post-42456817728677660692011-10-27T07:42:00.001-07:002012-01-06T06:31:42.938-08:00ALVARO CORMENZANA y los Poemas del Jigante<div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0.0001pt;">
<b><span style="font-family: 'Times New Roman'; font-size: 12pt;">DE LA BIOMASA JUJEÑA</span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0.0001pt;">
<b><span style="font-family: 'Times New Roman'; font-size: 12pt;">o cuando la belleza duele</span></b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0.0001pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0.0001pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0.0001pt; text-indent: 288pt;">
<i><span style="font-family: 'Times New Roman'; font-size: 10pt;">Habitando el olvido</span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0.0001pt; text-indent: 288pt;">
<i><span style="font-family: 'Times New Roman'; font-size: 10pt;">llegamos al otro.</span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0.0001pt; text-indent: 288pt;">
<i><span style="font-family: 'Times New Roman'; font-size: 10pt;">Ese</span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0.0001pt; text-indent: 288pt;">
<i><span style="font-family: 'Times New Roman'; font-size: 10pt;">que se nos escurre siempre</span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0.0001pt; text-indent: 288pt;">
<i><span style="font-family: 'Times New Roman'; font-size: 10pt;">de tan cerca.</span></i></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0.0001pt; text-indent: 288pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0.0001pt; text-indent: 288pt;">
<span style="font-family: 'Times New Roman'; font-size: 10pt;">Alvaro Cormenzana</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0.0001pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0.0001pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="font-family: 'Times New Roman'; font-size: 12pt;">Señoras y señores, en el día de la fecha, bajo el cielo límpido de la muy fiel y leal San Salvador en el Valle de los Poetas Jujuy, sobre la memoria del cacique Xuxuyoc y la sangre de los tarcos –que ya son otros– mirados por Groppa, los lapachos de Galán y los ríos de Fidalgo, en esta singular cultura de la resistencia, en este vórtice del universo, debo confesar el secreto críptico que se me ha confiado guardar (honro a la Iglesia Universal Hedonista del Próximo Minuto). Y ahora es el momento preciso. Estamos </span><span lang="ES-AR" style="font-family: 'Times New Roman'; font-size: 12pt;">–</span><span style="font-family: 'Times New Roman'; font-size: 12pt;">como sociedad, digo</span><span lang="ES-AR" style="font-family: 'Times New Roman'; font-size: 12pt;">–</span><span style="font-family: 'Times New Roman'; font-size: 12pt;"> a punto de publicar <b><i>Los poemas del Jigante</i></b>, de Alvaro Cormenzana.</span><br />
<a name='more'></a></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0.0001pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="font-family: 'Times New Roman'; font-size: 12pt;">Y debo decirlo. </span><span lang="ES-AR" style="font-family: 'Times New Roman'; font-size: 12pt;">El caudillismo transversal que se instala (ya desde la Colonia) en la esencia de nuestra cultura, el nepotismo brutal de la dimensión administrativa y el desguace del Estado, sumado a la persistente re-territorialización obsesiva de cierta cosmovisión mágica, promueven una sujeción del pensamiento-acción más que condicionada: auto-controlada, auto-oprimida, auto-colonizada. Algunos investigadores la denominan “sociedad infantil” (¡con el perdón de la niñez!). Pero el terror panóptico que la invade se recrea constantemente y posee una herramienta que la caracteriza: la inacción. El “perrodelhortelanismo” reinante combate cualquier iniciativa que no se amolde a los parámetros demarcados; con velos disimulados de adecuaciones morales, éticas y estéticas a veces (el sistema es creativo para eso), o con deliberada violencia física otras.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0.0001pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0.0001pt;">
<span lang="ES-AR" style="font-family: 'Times New Roman'; font-size: 12pt;">Las rebeliones colectivas –no es casual– se han dado en sus sectores productivos principales: el azúcar y la minería. Y esos mismos aparatos –con todo el poderío y la impunidad que los caracteriza– han aplastado sistemáticamente (por medios directos o indirectos) cualquier intento confrontativo que sobrepasase el orden establecido.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0.0001pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0.0001pt;">
<span lang="ES-AR" style="font-family: 'Times New Roman'; font-size: 12pt;">En tanto, las líneas de fuga, los corte-resto individuales se han producido, casi exclusivamente, por el camino del arte; aunque siempre (como diría Foucault) amenazados por el hilo “invisible” que demarcan los mecanismos de control de los cuerpos.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0.0001pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="font-family: 'Times New Roman'; font-size: 12pt;">El “sujeto-de-fuga-jujeño” parece estar signado por dos instancias paradigmáticas: una edénica, de infancia feliz de aldea resguardada y resguardante, y otra de retorno (mítica) hacia esa primera patria de los afectos y la posible serenidad del lugar más o menos seguro donde bien-morir. Pero existe también, aunque en menor medida, otra instancia: la del “exilio interno”, la del decir y hacer con la mordaza puesta, con el enemigo al lado. Entonces, el único camino que le queda al que dice (y hace) en este exilio (no interior sino interno) es el de la confrontación. No hay duda de que existe implícitamente el deseo de re-construcción de la patria anhelada (o del edén perdido), pero debe posicionarse desde un vértice claramente divergente, al menos respecto de los férreos esquemas de una sociedad tan fatua como amenazante.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0.0001pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="font-family: 'Times New Roman'; font-size: 12pt;">En tanto, Alvaro Cormenzana no existe como homínido común, humano básico; es una psico-biomasa (materia orgánica originada en un proceso biológico, espontáneo y/o neuro-provocado, utilizable como fuente de energía) del ser de los jujeños, una semoviencia ínsita, constitutiva de las ansiedades lógicas de una comunidad en permanente ebullición, de frontera (y a veces fronteriza). Cormenzana es una pedrada al centro del lago quieto, “ese que se nos escurre siempre de tan cerca”; en fin, un clavo en el zapato. Un “espejo que huye”. Y cito aquí a Giovanni Papini:</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0.0001pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="font-family: 'Times New Roman'; font-size: 12pt;">“…Humanos, nosotros perdemos la vida por la muerte; consumimos lo real por lo imaginario, valoramos los días sólo porque nos conducen a días que no tendrán otro valor que el de traernos otros días idénticos a ellos... ¡Humanos: toda la vida es un fraude atroz que ustedes mismos traman para el daño propio, y solamente los demonios pueden reír fríamente de la carrera de ustedes hacia el espejo que huye!...”</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0.0001pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="font-family: 'Times New Roman'; font-size: 12pt;">Pero tan justo es el universo que nos lo envía </span><span lang="ES-AR" style="font-family: 'Times New Roman'; font-size: 12pt;">–no al espejo sino a Alvaro Cormenzana– </span><span style="font-family: 'Times New Roman'; font-size: 12pt;">en forma de inhesión artística, con prepotencia poética. Es entonces cuando solemos decir que la belleza también duele. Enhorabuena.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0.0001pt;">
<span style="font-family: 'Times New Roman'; font-size: 12pt;"> </span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: right;">
<b><span style="font-family: 'Times New Roman'; font-size: 12pt;">Alejandro Carrizo</span></b></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="line-height: normal; margin-bottom: 0.0001pt; text-align: right;">
<span style="font-family: 'Times New Roman'; font-size: 12pt;">Octubre 2011</span></div>alejandro carrizohttp://www.blogger.com/profile/09020934781798298334noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-676043521598833132.post-87383398796379448952011-10-11T08:22:00.000-07:002012-11-02T05:37:30.959-07:00EL PROYECTO ROSENZVAIG<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;">
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj1_4QafV2Af2qULfeO9jvauNjgsK7Kzi6scqSAr_y0jrM6hEzb355ZehbSojPJjN_vB4Xjb6SiD5Eu3H-IEnXewpcmlGacuMvi4yqLqXxUnCGMjvxr6lRfHsIqT426oVLIi8IBbsmsxTkd/s1600/DSC01537.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj1_4QafV2Af2qULfeO9jvauNjgsK7Kzi6scqSAr_y0jrM6hEzb355ZehbSojPJjN_vB4Xjb6SiD5Eu3H-IEnXewpcmlGacuMvi4yqLqXxUnCGMjvxr6lRfHsIqT426oVLIi8IBbsmsxTkd/s320/DSC01537.JPG" width="320" /></a></div>
<span style="background-color: white; font-family: 'Courier New', courier, monaco, monospace, sans-serif; font-size: 16px;">Ver video: </span><br />
<span style="background-color: white; font-family: 'Courier New', courier, monaco, monospace, sans-serif; font-size: 16px;"><a href="http://youtu.be/2lx8aSDXY2Q">http://youtu.be/2lx8aSDXY2Q</a></span><br />
<span lang="ES-AR"><br /></span>
<span lang="ES-AR"><br /></span>
<span lang="ES-AR">Casi todo se lo debo. Nos iniciamos juntos, en muchos aspectos: cuando recién empezábamos a garabatear papeles con intención de ser escritores. Él con sus notas periodísticas para “Aquí y Ahora” (tan singulares, por cierto) y yo con mis poemas. Por supuesto firmábamos con seudónimo –él se llamaba Eduardo Ron–; era la época de la clandestinidad. Nuestros hijos Gonzalo y Pablo nacieron el mismo año, y compartimos el entusiasmo de la canción de Viglietti: “<i style="mso-bidi-font-style: normal;">Gurisito mío</i>”. Por supuesto, juntos militamos en el área cultura de <personname productid="la Federaci�n Juvenil" w:st="on"><personname productid="la Federaci�n" w:st="on">la Federación</personname> Juvenil</personname> Comunista (<personname productid="la Fede" w:st="on"><i style="mso-bidi-font-style: normal;">la Fede</i></personname>). Después vinieron las brigadas de café a Nicaragua; él fue, yo no, yo ya estaba enojado, me estaba yendo del partido. Él siguió, pero antes que el partido estaba su ética personal, y eso hizo que nunca nos separáramos. Y el arte, por supuesto, el arte como militancia. Creo que él confiaba más en mí que yo mismo. Me incitaba, me buscaba. </span><br />
<a name='more'></a><span lang="ES-AR">Eduardo presentó todos mis libros (9 hasta ahora), pero nunca voy a olvidarme del primero, que no era un libro, era una cartilla fotocopiada. “Un poeta ha nacido en el norte…” dijo (aún sigo pensando que exageraba). Estaba más entusiasmado que yo, quizá porque él todavía no había publicado. Pero pronto llegó su turno. Me convocó, ya no a tomar un café (o mejor un té, como a él le gustaba), sino a una conversación de trabajo en el altillo de su casa, en su bohardilla. El asunto parecía serio. Y lo fue. Había que corregir y publicar “Historia social de Tucumán y del azúcar”.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;">
<span lang="ES-AR">Ahí conocí a “la máquina rosenzvaig”. Estuvimos más de un año juntos, casi 18 horas diarias, a veces incluidos los domingos. Yo no salía de la bohardilla corrigiendo el mamotreto (escribía igual que Marx, con un gran margen blanco a la izquierda para las anotaciones); él hacía varias cosas: un rato escribía, un rato leía, estudiaba, o preparaba las clases, y otro rato atendía la bicicletería (¡sí, vendía “tripillas”, cadenas, cuadros, rayos y hasta parchaba a veces!), pero debajo del mostrador de atención al público tenía un cuaderno, una lapicera, un libro de Foucault y el mate, por supuesto. Todo quedaba con los bordes engrasados, sobre todo porque no veía un carajo, tenía un problema en la córnea. De ahí en más la <i style="mso-bidi-font-style: normal;">topadora rosenzvaig</i> no paró más (¡publicó 40 libros!). Yo estaba alucinado porque nunca había conocido a alguien tan consecuente, tan noble, tan obsesivamente productivo, pero sobre todo tan simple, tan niño. Y, quizá lo más importante, tan desprendido, tan solidario. Yo no se lo podía decir, pero me preguntaba “¿cómo se hace para ser tan buena gente?, ¿cómo se hace para no tener malos pensamientos, para ver siempre el vaso medio lleno?, ¿cómo se hace para no cagarse de odio y no putear en Tucumán?”. Sí, lo tengo que decir, Eduardo era un “puro”, un “mahatma” (sí, no hagan esas caras, no hay otra forma de decirlo). No era ingenuo, ¡por favor!, era consecuente. Y contundente en la lucha sin denuedo contra el fascismo, con una de las mejores armas: la producción intelectual. Por ahí hay compañeros que dicen “era comunista”; perdón, con todo respeto, decir sólo eso es, al menos, un reduccionismo. Era un hombre de una ética impecable, ni bueno ni malo, justo. El “proyecto rosenzvaig” es un paradigma, sí. Y tenía, por supuesto, muchísimos admiradores (sus amigos, sus lectores, pero sobre todo los alumnos que llenaban el aula de su cátedra optativa de <i style="mso-bidi-font-style: normal;">Historia del Arte</i>) y también –como corresponde– algunos detractores, sobre todo por reflejo de clara impotencia. </span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;">
<span lang="ES-AR">Una sola vez me mintió, y mal. Yo había estado trabajando en el diario “<personname productid="La Gaceta" w:st="on">La Gaceta</personname>”, con un sueldo más que interesante, por supuesto, ya hacía más de un año. Esa tarde yo caminaba por la calle Buenos Aires, destruido, hacia su casa. Me habían echado del diario (tuve la insolencia de participar en el sindicato) y encima me habían asaltado en mi casa, me habían robado hasta los calzoncillos. Eduardo me esperaba en la puerta de la bicicletería. Me dio un fuerte abrazo y me dijo: “Vení, tengo ahí una ropa que ya no uso… ¡Qué va a hacer!... Por lo del diario –me dio otro abrazo–, te felicito, es lo mejor que te pudo haber pasado…”. A los cinco días me llamó por teléfono:</span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;">
<span lang="ES-AR">–Necesito un favor tuyo urgente. No me podés decir que no.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;">
<span lang="ES-AR">–Sí, hermano, lo que quieras –le dije.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;">
<span lang="ES-AR">–Gané una beca, tengo que hacer un trabajo de investigación en el Archivo Histórico, pero no me dan los tiempos, si no me ayudás me van a joder…</span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;">
<span lang="ES-AR">–Contá conmigo, por supuesto –le dije.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;">
<span lang="ES-AR">–Pero vas a cobrar, mirá que es buena plata…</span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;">
<span lang="ES-AR">–Perfecto –le dije–, si no, no importa…</span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;">
<span lang="ES-AR">–¡No, tenés que cobrar, hacerme factura y un informe, si no, no me bajan la plata!…</span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;">
<span lang="ES-AR">Estuve trabajando casi un año en el Archivo, cumpliendo horario y haciéndole los informes, como a él le gustaba. El trabajo estaba bueno, pero yo decidí irme a vivir a Buenos Aires. Me dijo que no había problemas, que él lo terminaría porque ya estaba mejor con los tiempos, que me agradecía mucho y que nunca olvidaría el favor que le había hecho. Por supuesto, siempre volví a Tucumán, desde Buenos Aires o desde Jujuy, y siempre volvimos a encontrarnos, siempre estuvimos armando proyectos: de charlas, de presentaciones, de artículos, con la revista “El Duende”, con Apyme, con el Plan de Lectura, y últimamente con la gran ayuda que me dio para que la madre de mi hijo recuperase el trabajo que había perdido cuando la secuestraron en los ´70. Bueno, después de muchos años me enteré de que nunca había existido tal beca, ni que nadie había bajado fondos. Él me había estado pagando de su bolsillo, mintiéndome, y nunca me dijo nada. Ése era Eduardo.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;">
<span lang="ES-AR">Este año, la última vez que estuvimos juntos fue hace unos meses, en su bohardilla (¡con más de 15.000 libros!); me mostró la cicatriz de la operación y me contó todo rápidamente, para pasar a lo que realmente nos importaba: los proyectos. Justamente “Proyecto Minka” se llamará la revista (que aún no salió), y el Partido Solidario: “Dale –me dijo–, vos en Jujuy, yo en Tucumán; hay que hacerlo…”.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;">
<span lang="ES-AR">Puedo decir, sin temor a excesos, que Eduardo Rosenzvaig fue un medio, un significante protagónico en la lucha por la transformación de una sociedad, la tucumana, una especie de sobrehueso simbólico (con el prisma del arte en la mano, con la belleza) obturador de ese cuerpo social tan abstruso como fatuo. Imposible, ahora, ingresar en el conocimiento del fenómeno tucumano sin pasar por el filtro Rosenzvaig, le guste a quien le guste y le pese a quien le pese.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;">
<span lang="ES-AR">Por mi parte, cuando mis hijos y mis nietos me pregunten por qué me falta un brazo, podré decirle que ese fue el precio de haber conocido a un hombre con mayúsculas, a un “gran-alma” llamado Eduardo Rosenzvaig. Si me pidiesen que lo pinte, haría una rayita simple, una sonrisa.</span></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt;">
<br /></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: right;">
<span lang="ES-AR">Alejandro Carrizo</span></div>
<div align="right" class="MsoNormal" style="margin: 0cm 0cm 0pt; text-align: right;">
<i style="mso-bidi-font-style: normal;"><span lang="ES-AR" style="font-size: 11pt;">Jujuy, octubre de 2011</span></i></div>
alejandro carrizohttp://www.blogger.com/profile/09020934781798298334noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-676043521598833132.post-60196209178417587992011-06-13T14:50:00.000-07:002012-01-06T06:40:28.644-08:00Vencedor de mariposas<div class="MsoNormal" style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; line-height: normal; margin: 0cm 0cm 10pt;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjq-6I8OVUMl6tPuSi2W8ax8BL-X4ui9ojj6uIr-Aaekq379fD7MgYezz-USXfOWK89f4GyhMGI6Z2xVVUGNN-2MZmvg7ypAwjj0xf77xE8JndijQ-3z370KjQOLtze5HIy97H6VDj1Dn5v/s1600/VENCEDOR+DE+MARIPOSAS+Libro.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjq-6I8OVUMl6tPuSi2W8ax8BL-X4ui9ojj6uIr-Aaekq379fD7MgYezz-USXfOWK89f4GyhMGI6Z2xVVUGNN-2MZmvg7ypAwjj0xf77xE8JndijQ-3z370KjQOLtze5HIy97H6VDj1Dn5v/s200/VENCEDOR+DE+MARIPOSAS+Libro.JPG" t8="true" width="186" /></a><span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: Calibri;"><strong>UN POETA HA NACIDO EN EL NORTE</strong></span></span></div>
<div class="MsoNormal" style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; line-height: normal; margin: 0cm 0cm 10pt;">
<span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: Calibri;">Por Eduardo Rosenzvaig.</span></span><br />
<span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: Calibri;"><br /></span></span><br />
<span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: Calibri;">Alejandro Carrizo ha elegido el más difícil de los caminos. El de la poesía que se enreda en las cosas del Hombre.</span></span></div>
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<span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: Calibri;">Durante siglos, una no disimulada presión de las clases gobernantes exigieron del poeta una fuga del mundo de los hombres hacia un sujeto particular y abstracto, hacia el interior del mismo poeta aislado, centro de un nuevo universo ptolomeico, rodeado de anillos de impotencia, satélites de mezquindad y dolor. Cuando ello no lograba concretarse, se permitía de buena gana al poeta una huida hacia </span></span><br />
<a name='more'></a><span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: Calibri;">alguna isla exótica y colonial. A veces, tampoco ello debía realizarse. Y no pudiendo ser ya poeta cortesano, ni intimista, ni extravagante peregrino, se lo forzaba al submundo del opio, de la desesperación y del suicidio.</span></span></div>
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<span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: Calibri;">Ese fue, brevemente, el lugar oficial concedido al poeta en los últimos quinientos años al menos. Sin embargo, las postreras décadas del siglo pasado preparaban, sin prisa ni pausa, una transformación radical de la vida y el lugar mismo del poeta. Una parte, si bien aún pequeña de ellos, se mezclaba con las cosas del mundo, los problemas del pueblo; marchaba con las primeras marchas obreras, disparaba fusilazos no metafóricos cuando <personname productid="la Francia" w:st="on">la Francia</personname> burguesa asaltaba <personname productid="la Comuna" w:st="on">la Comuna</personname> de París. Desde entonces, las clases gobernantes juraron venganza. La poesía intentaba escaparse del reinado musical del arte por el arte para entrar a horcajadas, bufando, escupiendo, sudando, en la esfera casi subversiva del arte por la vida, por el hombre y los cambios de las cosas humanas. De oficio, pues, aquellas clases generalizaron un nuevo lugar para el poeta: ni el sillón de la academia, ni la bohardilla de sirviente, ni la isla del Pacífico, ni ajenjo o soga de cinco tientos. Así apareció la cárcel.</span></span></div>
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<span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: Calibri;">Una gran parte de los grandes poetas de nuestro siglo fueron enviados a prisiones o al exilio. Entre los poemas más bellos y trágicos de nuestra lengua se hallaban los de Miguel Hernández, escritos desde la cárcel; Neruda comenzó su “Canto General” en la clandestinidad. El más grande poeta turco, Nazim Hikmet, escribirá increíbles versos de amor durante los doce años ininterrumpidos de cautiverio. La lista sería larga.</span></span></div>
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<span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: Calibri;">En nuestra Latinoamérica, patriciado latifundistas e intereses de Wall Street hicieron lo propio. Condenas más, condenas menos. Sólo que en los últimos tiempos, en los años locos de los Chicago´sboys, creóse un nuevo lugar para el poeta. Extraño; un sitio sin sitio alguno. Una misteriosa despersonalización del espacio. Un engendro del terror, una bestialización extrema de aquella antigua venganza: el lugar sin lugar de las desapariciones. Allí fue, entre otros, el escritor argentino Haroldo Conti.</span></span></div>
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<span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: Calibri;">Muchos poetas de este siglo no soportaron tal presión. Prefirieron guardar sus rebeliones como una enfermedad juvenil, como una inevitable época de granos en la cara. Los hubo quienes ocultaron dichas algaradas como una vergüenza, como quien dijera una enfermedad venérea. En su juventud, Jorge Luis Borges escribió un canto a <personname productid="la Rusia" w:st="on">la Rusia</personname> bolchevique: “En el cuerno salvaje de un arcoiris/ Clamaremos su gesta/ Bayonetas/ Que llevan en la punta las mañanas”. Tanta fue la vergüenza del ilustre anciano que este pecado siniestro de juventud, que en sus Obras Completas este poema no figura. No existió nunca. Se puso a tono, sin quererlo, con la época militar que en su momento exaltara, creando el género de poesía desaparecida.</span></span></div>
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<span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: Calibri;">Alejandro Carrizo ha elegido el más difícil de los caminos. Nació enredado a las cosas del Hombre desde su primer libro “Pena por Manuel J. Castilla”. Cuando aparece un pueblo batallando, Alejandro Carrizo no acude como un cronista a registrar los hechos desde afuera. Se mete de cabeza hacia adentro, con violenta alegría, como se colara quizá en los entuertos de chiquilines estridentes, allá, en su niñez de aldea del Ingenio Ledesma. Conoce el terreno que pisa. No se acercó al pueblo en un momento de alumbramiento. Nació en él y ahora no hace más que prolongar una herencia.</span></span></div>
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<span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: Calibri;">A Alejandro Carrizo no le auguro, pues, un solo premio de salón literario, de aquellos que entregan estetas cejijuntos y otorgan sólo por la diestra un jurado de poetas cortesanos. Tanto mejor. Las grandes empresas requieren de enormes esfuerzos. De una voluntad inquebrantable, de una decisión sin límites. A García Lorca jamás le llegó el Premio Nobel; y cuando se lo dieron a Pablo Neruda fue para que el lauro en sí no se desvalorizara, hasta tal punto que nadie le tuviese más respeto, por haber perdido en su ceguera discriminatoria al poeta del siglo más grande de la lengua.</span></span></div>
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<span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: Calibri;">Finalmente, Alejandro Carrizo ha elegido el camino de <personname productid="la Humanidad" w:st="on">la Humanidad</personname> y el humanismo. Esto quiere decir, en un lenguaje no matemático precisamente, el camino del futuro. Él mismo lo describe como un “puente”, a cuyo extremo no se llegará de noche sino en una “mañana inmensa” y donde “El sol vendrá en golondrina y los amores en trenes”.</span></span></div>
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<span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: Calibri;">No exagero pues si digo que un joven poeta ha nacido en el Norte, y en cuyo currículum puede anotarse, desde ya, que ha elegido el más difícil y por ello el más hermoso de los caminos. Puede anotarse, incluso, aunque ello no sea lo usual en este caso, una expresión de nuestros ánimos: ¡enhorabuena! Puede anotarse, a renglón seguido, que es como si dijéramos: puede ser dejado en medio de aquel azaroso camino un mojón que diga: “Por aquí pasó el poeta, cargando moretones y rimas”. Enhorabuena.</span></span></div>
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<span lang="ES-TRAD"><span style="font-family: Calibri;"><strong>EDUARDO ROSENZVAIG, Tucumán, 1985</strong></span></span></div>alejandro carrizohttp://www.blogger.com/profile/09020934781798298334noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-676043521598833132.post-91514266736585518732011-06-13T14:28:00.000-07:002012-01-06T06:55:14.673-08:00Elementos<div class="MsoBodyText" style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; margin: 0cm 0cm 0pt;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgsMGFsxiiMohdck_OiWinWtfAKbb-BKFbGFud1uZFQJjEO0DEkBL5ScVSVq9hVZhca0KCiB2BMpCGalqFwJ4kNxC1lMQRaW84EM-T8kZMIt9wb1aKrsYklcXfsZiF0tfE5fsbtmM95ZUPl/s1600/ELEMENTOS+Libro.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; height: 207px; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em; width: 187px;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgsMGFsxiiMohdck_OiWinWtfAKbb-BKFbGFud1uZFQJjEO0DEkBL5ScVSVq9hVZhca0KCiB2BMpCGalqFwJ4kNxC1lMQRaW84EM-T8kZMIt9wb1aKrsYklcXfsZiF0tfE5fsbtmM95ZUPl/s200/ELEMENTOS+Libro.JPG" t8="true" width="185" /></a><b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span style="font-size: 11pt;"><span style="font-family: Arial;"></span></span></b></div>
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<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> LOS ELEMENTOS DE UN DESTINADO</span></b><br />
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></b><br />
<b><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> por Armando Tejada Gómez, Bs.As., 1987</span></b></div>
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<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Un destinado tiene los ojos más enormes que los ojos. Cree y se cree y ese creerse le sale por todo el cuerpo, a tal punto que no le cabe y se le aloja hasta en la sombra que lleva. Así vi a Alejandro Carrizo en el malabarismo tridimensional de <personname productid="la Feria" w:st="on">la Feria</personname> del Libro del 86, donde me acercó un libro que compartía con un ceñido puñado de poetas tucumanos. Pero no fueron sólo los poemas sino la pasión que los ardía. Nos juntamos en el ritual del vino de un boliche indiscernible de Plaza Italia. Hicimos proyectos de hecatombes literarias para Tucumán y Buenos Aires y bajo una noche de llovizna y bruma cada uno salió hacia lo suyo, como siempre. Cuando Alejandro volvió, </span><br />
<a name='more'></a><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">para la siguiente Feria de este año, traía, por encima de sus ojos enormes ELEMENTOS consagrados por un jurado de poetas de la solidez de Joaquín Giannuzzi, Ariel Madrazo y Jorge Madariaga que le había otorgado el Premio del Fondo Nacional de las Artes de poesía 1986. Y ya fueron los vinos del júbilo, agrisados por la enfermedad de mi pequeño Gabriel. Lo contacté con Andrés Valle, el piloto de tormentas de Torres Agüero Editor y “más temprano que tarde”, ese alentador de lo que crece, lo mandó a componer. Esta es la historia íntima –¿y qué otra?– de este libro-pan caliente que usted tiene en sus manos. Si piensa, prójimo, que yo lo voy a oscurecer –al libro y a usted– con mis comentarios, suspire. No lo voy a hacer. Odio los prólogos, odio los análisis literarios, detesto a los comentadores, desprecio a los piojos del talento, fumigo a las ratoneras de redacción y a los concilios del bombo compartido. Yo le presento, prójimo, a un muchacho amigo mío cuya maravilla empieza cuando usted termine de leer, si lee, esta curiosidad. Creo que nunca he escrito una línea sobre la literatura. Yo la hago, simplemente, en los dos sentidos. En los dos sentidos, simplemente. Lo que me ha merecido la furia y los silencios merecidos. Ahora abra un vino, de Mendoza a Salta, y métase en Alejandro hasta el mismísimo hueso de su sombra; no hay otro modo de hallar su luz.</span></div>
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<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br />
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<b style="mso-bidi-font-weight: normal;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">ARMANDO TEJADA GÓMEZ, Bs.As., 1987</span></b></div>alejandro carrizohttp://www.blogger.com/profile/09020934781798298334noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-676043521598833132.post-75448925454787648862011-06-13T14:18:00.001-07:002012-01-06T06:43:42.996-08:00Fosa común<div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgyr8WEEepsQjj441BqjoqWdKgSrJXODKKk90LM5QMFHue-fmxZfubtREwUMNPBB8jDbBdDk1t5A8u9FS_Ksx5xeExk-Sipb6ZF8HJpKCi6-ApcIYKyYuCqi1rW_NZsofen7hVg58sluRqm/s1600/FOSA+COMUN+Libro.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgyr8WEEepsQjj441BqjoqWdKgSrJXODKKk90LM5QMFHue-fmxZfubtREwUMNPBB8jDbBdDk1t5A8u9FS_Ksx5xeExk-Sipb6ZF8HJpKCi6-ApcIYKyYuCqi1rW_NZsofen7hVg58sluRqm/s200/FOSA+COMUN+Libro.JPG" t8="true" width="186" /></a><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><b>Contratapa de "fosa común", por Pedro Orgambide</b></span></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Hacer de la poesía una actividad cotidiana, una manera de ver y de vivir el mundo, puede parecer, en ciertas circunstancias, la más descabellada utopía. Menos para los poetas, naturalmente; para hombres como Alejandro Carrizo, capaces de desafiar los riesgos del sentido común y la prudencia.<br />
Los poemas que acabamos de leer, son los que nos afirman en la convicción de la poesía como condición necesaria de la existencia; no como un lujo ni un disfrute lúdico simplemente, sino como una forma solidaria de compartir el asombro. Porque la mirada de Alejandro Carrizo, deslumbrada por el mismo hecho de vivir, de observar el mundo, tiene como destinatario al prójimo: mujer, hombre, compañeros, deudos del corazón. Todos caben en <a name='more'></a>su poesía (la mujer de ojos locos que entra en su cama y llora por todo el cuerpo, la que abre su pecho mientras duerme y lo siembra de adioses; la lluvia de Famaillá, en Tucumán, lavando el rostro del asesinado; el padre que le regaló una palabra al nacer), todos caben, sí, en esa poética donde las peripecias, las imágenes, las emociones, los recuerdos se dan con cierto recato, en economía de palabras, en poemas de muy pocos versos generalmente.<br />
Unos ojos que nos miran detrás de los vidrios de un colectivo, una foto de Evita o Boca Juniors, o la visión de Discépolo que trae flores desde la ronquera de un bandoneón, pueden motivar al poeta, tanto como los grandes acontecimientos del mundo. Hay alusiones al crimen político, la guerra, las desapariciones, a lutos recientes. Sin embargo, esa memoria no eclipsa la celebración de lo vital: “alguien –ahora / está muriendo / y nosotros sin besarnos”.<br />
De esta fecunda contradicción nace la poesía de Alejandro Carrizo, esa lectura abierta de la realidad, donde los paréntesis no terminan de cerrarse, como indicando que, más allá de la señal del texto, en la circulación de las palabras, recomienza, otra vez, la más bella utopía.</span></div>
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<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><strong>PEDRO ORGAMBIDE</strong></span>alejandro carrizohttp://www.blogger.com/profile/09020934781798298334noreply@blogger.com0